“El racismo en México y la hispanidad”

Hace poco publiqué este texto con un amigo en la revista Foreign Affairs:

Como sostiene el periodista español David Jiménez, más que perdón, comisiones de la verdad o reparaciones materiales, sería asequible ofrecer a América una mayor honestidad histórica, incorporando en el relato los abusos y onerosos expolios llevados a cabo en el continente, sin que esto implique trasladar la culpa a las generaciones actuales, que nada tuvieron que ver con ellos. Entender los acontecimientos en la especificidad de su contexto histórico no nos impide reconocer, desde el horizonte de nuestro presente, la existencia de abusos llevados a cabo por parte tanto de los europeos como de las poblaciones originarias que habitaban el continente.

Grecia Monroy Sánchez y Cristian Márquez Romo, “El racismo en México y la hispanidad”, Foreing Affairs, 22 de diciembre de 2019. Disponible en: http://revistafal.com/el-racismo-en-mexico-y-la-hispanidad/

De supermercados y otros lugares (no) comunes de Nacho Vegas

Publicado originalmente en Acordes Modernos.

Mi voz era un imán, y así logré captar, paseando por el Carrefour, a un ejército de un centenar.

«Mi voz era un imán, y así logré captar, paseando por el Carrefour, a un ejército de un centenar.»

Para Denisse G.

(Grecia Monroy.) Aunque muchas veces se piensa en Nacho Vegas como un cantautor volcado solamente a una lírica trágica, autorreferencial, emocional e introspectiva, la verdad es que muchas de sus canciones incluyen referencias muy claras a geografías externas: lugares concretos, cotidianos, reales, ya sea de España, de Asturias o, más frecuentemente, de Gijón, la ciudad natal de Vegas.

Ejemplo de ello es algo que siempre nos ha hecho mucha gracia a mi amiga Denisse y a mí: la mención a los supermercados. Son tres los que aparecen —Mercadona, Alimerka y Carrefour— en tres canciones diferentes —respectivamente, “Cómo hacer crac”, “Ciudad vampira” y “Nuevos planes, idénticas estrategias”—. Mención especial merecería esa especie de “supermercado” sui generis que es el mercado de Sonora, en la Ciudad de México, al que Vegas le dedicó una canción del mismo nombre en la Zona sucia (2011).

En mi primera vez en España —soy mexicana—, de esos supermercados sólo pude conocer, con la guía y compañía de Denisse, un Mercadona. Estando ahí dentro, tratamos de recrear algo del “sentido de lugar” que los supermercados tienen como espacios para el absurdo despliegue espiritual del ser humano occidental moderno. Ahora, en mi segunda vez en España, puedo presumir, con un también absurdo orgullo de acto poético, que ya estuve en los tres supermercados. Más aún, hace unos días pude estar, finalmente, en Gijón, reconociendo varios de los lugares que son referidos en una de mis canciones favoritas de Vegas: “La vida manca”, del álbum Resituación (2014).

Algunos de estos lugares los busqué intencionadamente; otros más se me fueron apareciendo en los paseos que di. Aunque en esta ocasión Denisse no me acompañaba, mis ojos llevaban el lente de tantas conversaciones con ella y tantas escuchas de las canciones que adoramos. Con la guía de ese lente metafórico fui tomando algunas fotos, cuya calidad espero sea excusada en nombre de su simple intención: ilustrar la curiosidad de los que, como Denisse y yo, se hayan preguntado cuáles y cómo serían esos lugares que se mencionan en “La vida manca”… Comencemos por dos bastante claros:

Pensé: «tendría que hacer algo para apartar de mí este olor»; fui hasta “La vida alegre”.

El bar “La vida alegre”, en Gijón.

El bar “La vida alegre”, en Gijón.

La vida alegre 02

Y aunque allí también huela algo a muerte, podríamos llegar a expropiar, un día, el Club de Regatas.

El Real Club Astur de Regatas, en Gijón.

El Real Club Astur de Regatas, en Gijón.

Club de Regatas 02

Esta referencia es más especulativa que certera, porque no tengo por seguro si la “Zarracina” que menciona Vegas sea éste restaurante…, pero las coincidencias literarias no se pueden obviar jamás.

*Nota añadida posteriormente: recién publicado este texto, me informaron que “Zarracina” puede referirse a un centro de desintoxicación, aunque sólo he encontrado noticia del Centro de Salud de Zarracina, ubicado frente a un parque del mismo nombre. Por cierto que el “cuarto y mitad” que sigue a la mención de “Zarracina” también es objeto de especulación y duda para mí. Entiendo que es una especie de medida de peso, pero me quedo corta para completar la referencia…

Después cruzar las siete esquinas y llegar a Zarracina y coger cuarto y mitad.

Restaurante ”Casa Zarracina”, en Gijón.

Restaurante ”Casa Zarracina”, en Gijón.

Finalmente, la vista que tuve desde el Cerro de Santa Catarina nos sitúa en los últimos versos de la canción…

Me despeñé en tres piruetas por el cerro hacia mi meta que no era otra cosa que la mar. ¿Sabéis cómo es el final? Es como un desparramarse.

Vista de Gijón desde el Cerro de Santa Catarina.

Vista de Gijón desde el Cerro de Santa Catarina.

Cerro Santa Catarina 01

Éste fue mi (breve) recorrido geográfico-poético por Gijón y por esos sitios que, después de ser cantados, ganan una nueva dimensión de realidad y, al revés de lo que ocurre a veces con las palabras, se vuelven lugares no comunes.

El paso ‘2’ de León Benavente en México: nuevo disco y quién es quién

Publicado en Acordes Modernos y en Cultura Colectiva (en este último con el título “El aterrizaje descomunal de León Benavente en México”.)

César Verdú, Luis Rodríguez, Edu Baos y Abraham Boba de León Benavente. | Fotografía: Mariana L. Durand

César Verdú, Luis Rodríguez, Edu Baos y Abraham Boba de León Benavente. | Fotografía: Mariana L. Durand

(Denisse Gotlib, Mariana L. Durand y Grecia Monroy.) Son las cuatro de la tarde en punto y cruzamos el camellón de Álvaro Obregón para llegar al lugar de la cita. Hace tres años, el grupo español León Benavente editó uno de los mejores discos del 2014, titulado León Benavente. Ahora nos vamos a encontrar para hablar de su nuevo disco, 2, liberado apenas el 8 de abril de este 2016. A pesar de que el año aún es joven, estamos seguras de que este nuevo conjunto de canciones se mantendrá como uno de los materiales más destacados cuando en diciembre escuchemos las doce campanadas.

No es casualidad que una de las primeras paradas de los españoles para promocionar su disco sea nuestra Ciudad de México. Desde que se unieron como León Benavente, han cruzado el Atlántico en cuatro ocasiones y parecen conocer bien el vértigo de llegar a nuestra ciudad-monstruo. Tanto así que el nuevo disco narra fragmentos de su última experiencia de viaje, en la canción “Habitación 615”: “Tras veinte horas de sol, vamos a aterrizar. / Desde el cielo el D.F es descomunal.”

Nuestra entrevista tiene, además, un segundo cometido: conocer un poco más de cada uno de los cuatro integrantes de la banda: César Verdú (batería), Edu Baos (bajo), Luis Rodríguez (guitarra) y Abraham Boba (voz y teclados). Muchos ya saben que el trayecto de León Benavente comenzó cuando los cuatro músicos, que se conocían por haber trabajado con Nacho Vegas, decidieron juntarse a hacer canciones: de ahí surgió su primer disco, a partir del cual hicieron una gira casi ininterrumpida de más de dos años. Sin embargo, antes de eso, cada uno estaba ya en la música: de diferentes modos y habiendo llegado por diferentes caminos.

César Verdú | Fotografía: Mariana L. Durand

César Verdú | Fotografía: Mariana L. Durand

César Verdú (Murcia, 1974) llegó a la música por el camino del rock de los años 50 y 60, y del punk de los Ramones, Sex Pistols y Dictators. En casa, su familia era más de música clásica y ópera. A los 15 años, cuando con algunos amigos formó una banda, más que elegir la batería, ese instrumento lo eligió a él. “Si me hubiera tocado la guitarra, a lo mejor sería guitarrista, no sé. Pero me quedé con la batería hasta el día de hoy.” Aún faltaba para que se encontrara con otro de sus talentos. “Con 16 años me metí a hacer la carrera de Imagen y Sonido, pero por aquel entonces en España no estaba muy sofisticado el tema de la ingeniería de sonido; aunque sí aprendí muchísima fotografía. Me di cuenta de que así no iba a aprender sonido y cuando tenía 18 años me metí a trabajar gratis a una empresa de sonido: cargando, descargando y montando. Así aprendí sobre sonido, a través de trabajar.” Claro que a la vez había que tener otros trabajos que sí pagaran y César tuvo uno de lo más extraño: “trabajaba desmontando cajas fuertes para bancos. Nos íbamos a un almacén donde las resguardábamos, las almacenábamos y las cambiábamos.” Mezclando, pues, lo técnico y lo musical, César ha participado en varios proyectos, entre los que destaca Schwarz, la banda con la que más tiempo ha estado y con la que hizo ocho discos y muchas giras por Europa. “Era un grupo de crowd rock bastante experimental; los conciertos eran muy instrumentales, con vocoder y con luces tipo Pink Floyd.”

Edu Baos | Fotografía: Mariana L. Durand

Edu Baos | Fotografía: Mariana L. Durand

Edu Baos (Zaragoza, 1976) nos cuenta que “desde que sé lo que es trabajar, trabajo en la música”. Aunque en su casa no había realmente un ambiente muy musical, lo que sí había era una guitarra con la que Edu empezó a jugar. “Empecé a aprender poco a poco. Luego, tengo un amigo, que todavía conservo, con el que nos sacamos algunas canciones.” Después de eso, comenzaron las colaboraciones con distintos proyectos de la escena española y, especialmente, su participación en el grupo Tachenko.

A lo largo de sus carreras, tanto Verdú como Baos han alternado roles técnicos y creativos, por decirlo de algún modo, y esto ha sucedido también en León Benavente. Esto, como nos comenta César, “la verdad es una ventaja, porque no solamente estoy yo dentro del grupo como técnico de sonido, también está Edu. Esto ayuda bastante y te das cuenta de ello cuando ves a grupos que no tienen a esa persona que esté encima de una forma técnica y con el conocimiento para hacerlo. Te hace tener las cosas bastante claras, de cómo quieres la producción del próximo disco, de qué sonido buscas, de hacia dónde quieres tirar.” Para Edu, este manejo de ambos terrenos supone una forma particular de poder comunicarse: “cambia el lenguaje que utilizas. Cualquiera de los cuatro tiene su percepción musical. Lo único es que tenemos un poco más de lenguaje para poder transmitir lo que tenemos en la cabeza. Sí ayuda, pero tampoco es lo más difícil: lo más difícil es saber qué funciona en cada canción.”

Al escuchar a León Benavente, tanto en sus discos como en vivo, la perfección técnica es manifiesta y, de hecho, es una parte inseparable de lo que podría parecer más “creativo”: crear y hacer surgir la canción. Sin embargo, es cierto que esto es un proceso y tiene diferentes momentos. Aunque, según nos cuentan, en este nuevo disco —2— hubo más variedad en cuanto al modo de trabajo, pues algunas canciones las compusieron entre los cuatro y alguna incluso surgió en el estudio, este momento usualmente corre a cargo de Luis Rodríguez y Abraham Boba.

Luis Rodríguez | Fotografía: Mariana L. Durand

Luis Rodríguez | Fotografía: Mariana L. Durand

A Luis Rodríguez (Asturias, 1975) el gusto por la música, al igual que le pasó a sus compañeros, le llegó por algún encuentro fortuito que luego fue tomando forma en compañía de amigos: “imagino que fue una cuestión de empezar a escuchar música cuando era más joven y, a raíz de eso, empezar a interesarme por los sonidos de los discos que había ahí. Creo que algún amigo tenía una guitarra y fue donde me lancé a intentar a ver si podía hacer lo mismo.” Aun así, el sustrato asturiano, expresado en gestos maternos, constituye uno de sus primeros recuerdos musicales: “mi madre me cantaba cuando era muy pequeño; eran canciones tradicionales asturianas, una cosa que se llama añadas, algo parecido a una nana, una canción para dormir a los bebés.” Por cierto que, antes de dar el giro definitivo hacia la música, Luis tuvo una incursión profesional a la que no cree volver: “hice algo parecido a administración de empresas que, bueno, me quedan unas asignaturas para terminar y creo que no voy a terminar nunca.”

Abraham Boba | Fotografía: Mariana L. Durand

Abraham Boba | Fotografía: Mariana L. Durand

Abraham Boba (Galicia, 1975) desde chico tuvo gusto por cantar. “Mi primer recuerdo musical es estar de niño cantando canciones para los amigos de mis padres que me pedían que cantase. Me pagaban doscientas pesetas.” Ya de adolescente, empezó a tocar la batería también. Tras participar en algunos grupos e incluso grabar algún disco, cuando cumplió 22 años, pudo dar cauce a la que es su verdadera vocación: “me di cuenta de que quería estudiar música, estudiar solfeo, que necesitaba herramientas para componer canciones, que a mí es lo que siempre me ha gustado, más que ser músico. Empecé a tomar clases de piano y dos años después empecé solfeo, armonía, arreglos, todo eso. De ahí fue cuando empecé a utilizar el piano como instrumento del día al día.” Como suele ocurrir, la vocación siempre va mezclada con las circunstancias y Abraham Boba también tuvo varios trabajos más allá de la música: “hice un poco de todo. Trabajé en una revista cultural gratuita durante años, luego como camarero, haciendo politonos para móviles… Trabajos varios.”

Como sabemos, las letras de las canciones son tarea de Boba quien, también como muchos sabrán, tiene una carrera previa en solitario que nos ha dejado tres excelentes discos. ¿Cómo son sus momentos de composición? “Soy de la idea de Picasso, que la inspiración te tiene que coger trabajando. Yo soy de cuando sé que tengo que trabajar, le echo como si fuera un funcionario. Me pongo un horario de trabajo, de despertarme por la mañana, desayunar y sentarme al piano, aunque no tenga ninguna idea de nada. A raíz de ahí es como la mente va generando sus recursos para llegar a ideas que luego se pueden convertir en canciones.” Claro que eso no elimina el factor espontáneo que puede hacer que una canción provenga de cualquier lugar: “hay una canción de este disco, por ejemplo, que me dio pie a escribirla un amigo nuestro que es una persona muy vinculada a la música desde hace años; se llama Jesús Llorente. Un día que llegamos a Madrid nos lo encontramos, el hombre venía de no haber dormido nada y dijo «Llevo toda la vida errando». A mí me pareció una frase maravillosa, se me quedó ahí y la apunté. Meses después, haciendo la canción, dices «Ah, mira, esta frase» y va saliendo.”

Desde la última vez que estuvieron por aquí, nos habían advertido que, inevitablemente, el próximo disco alguna novedad tendría, pero que permanecería lo fundamental: canciones honestas que les satisficieran y gustaran. ¿Pero cómo fue meterse al estudio a grabar tras cerrar un largo periodo de gira? “Fue duro, muy duro, porque al final nos tiramos dos años y medio de una gira ininterrumpida, de muchísimos conciertos. Después de toda la paliza que llevábamos, tirarte tantos meses fuera de casa preparando el disco se hace un poco tedioso, aunque estés muy concentrado, pero te agota mucho”, comenta César. Luis rescata el hecho de que “estar estos tres años girando hace que eso se refleje en el disco, con canciones un poco más potentes, con un sabor más directo, porque nosotros ya nos entendemos mejor como músicos. Nuestras relaciones cambian y entonces creo que un poco de la experiencia adquirida durante esos años se cuela, se refleja en el nuevo disco.” Además, esta nueva experiencia tiene incluso una función retroactiva sobre las canciones del primer disco, según dice Abraham: “las canciones del primer disco se transformaron mucho en directo, se hicieron mucho más fieras y eso es algo que desde el principio está en estas nuevas canciones, que también ahora, cuando las toquemos en directo, posiblemente se acaben convirtiendo en otra cosa.”

Los seguidores de las bandas a veces oscilan en polos muy radicales en sus expectativas: o el disco anterior siempre es mejor o el “mejor” disco no ha llegado aún —¡ni nunca llegará! Cada quien lo asume a su modo, pero es un hecho que León Benavente cargó con cierta “presión” a la hora de hacer el segundo disco. “Sería un poco hipócrita decir que no hay presión —nos cuenta Luis—, sabíamos que iba a haber mucha gente pendiente de lo que íbamos a hacer en este disco y eso estaba ahí, pero no permitimos que eso condicionara la composición de estos temas.” César nos cuenta algo de la paradójica opinión de que un disco tan bueno como el primero pareciera, en vez de ofrecer la promesa de lo venidero, cancelar esa posibilidad: “en España nos sucedió muchas veces que la gente venía a nuestros conciertos y luego hablaba con nosotros; y nos reíamos de un comentario que era bastante repetitivo: «joder, ahora a ver qué disco váis a hacer, porque con lo que habéis hecho, lo tenéis muy difícil». Entonces, la verdad que no eran ánimos, era decirte «ni lo intentes». Pero, bueno, nosotros queríamos hacer un disco que englobase, por así decirlo, los tres años que llevamos como grupo.” Boba coincide con esto: “Lo único que pensamos fue en hacer un disco que nos gustase, que nos pareciese mejor que el primero.”

León Benavente | Fotografía: Mariana L. Durand

León Benavente en el D.F. | Fotografía: Mariana L. Durand

La verdad es que 2 ha sorprendido y encantado. Luis Rodríguez lo sitúa como “un disco muy variado, sin llegar a ser ecléctico, es un disco con varios matices”. La primera canción que hicieron para este segundo material fue “California” y, en parte, cree que “esa canción fue la que marcó un poco la línea, pero tampoco podemos decir que es un resumen.”

Uno de los elementos que más de una reseña crítica ha resaltado de 2 es su giro “electrónico”. Esto hay que matizarlo. Aunque es cierto que los sonidos de algunos instrumentos, como la batería, se oyen más sintéticos, no hay en realidad algo “artificial”, porque todos son tocados por ellos. Explica Verdú: “a nivel técnico en este disco, una de las cosas que a mí me apetecía hacer con mis baterías era procesarlas de otra manera que en el anterior, donde eran más orgánicas. En este disco sí que queríamos hacerlo más sintético, pero que estuviera tocado por nosotros. Yo creía que le podía sentar bien a la banda una batería un poco más procesada y guitarras que no fueran tan estándar rockeras, sino que tuvieran unos sonidos diferentes a los de una guitarra convencional; los bajos y los sintes igual.”

Por cierto que, aunque no propiamente como parte del disco, pero sí en el marco de éste, nos dieron también la sorpresa de la colaboración que Enrique Bunbury hizo en una canción que salió como un vinilo 7”: “Televisión”. Ese tema formaba parte de las nuevas canciones para el disco, pero no terminaba de “encajar” con las demás. A Bunbury lo conocían, por un lado, por el proyecto que éste hizo con Nacho Vegas en 2006 (El tiempo de las cerezas) y también porque Edu Baos, que es de Zaragoza al igual que Bunbury, había colaborado como bajista con él en un par de temas. Aunado a esto, el hecho de que 2 saliera con el sello de Warner Music y de que los cinco músicos coincidieran en la Ciudad de México en octubre del año pasado, facilitó la colaboración: “Enrique conocía al grupo, nos conocía a nosotros, le gustó, le apeteció muchísimo y, sobre todo, creíamos que le iba a sentar bien a la canción que la cantase él. La grabamos aquí en un estudio en México. Las pistas terminadas se las mandamos a Enrique a Los Ángeles. Él nos mandó un montón de pistas, muy profesional, quedó perfecta y fue una maravilla trabajar así con él”, nos cuenta Luis.

Un par de días después de nuestra entrevista, en medio de las actividades de la intensa semana de promoción que tuvieron en México, León Benavente ofreció un breve concierto en el Lunario del Auditorio Nacional, en el marco de la “Noche española” en la que participaron también Pablo López y Rozalén. La fórmula mágica del concierto: 7 de las 9 canciones de 2 tocadas por primera vez en México, además de 1 clásico del primer disco —“Ser Brigada”. El acto poético de la noche fue cuando “Habitación 615” regresó a su lugar de origen y fue coreada por todos los que se reconocen en esa crónica de la experiencia de vivir el D.F.

Al día siguiente del concierto, la visita de esta ocasión tuvo su cierre en la convivencia que la banda compartió con sus seguidores en el Centro Cultural España. Entre reencuentros, bienvenidas, fotos saludos, abrazos, firmas en objetos extravagantes y muchas risas, León Benavente se despidió de México prometiendo volver en octubre.

Abraham Boba entre signos de admiración: biografía musical

Abraham Boba

Abraham Boba

Abraham Boba | Foto: Mariana L. Durand

Publicado en Acordes Modernos.

(Grecia Monroy, Denisse Gotlib y Mariana L. Durand). El nombre de Abraham Boba podrá referir, para algunos, a aquel sujeto de traje y cabello rizado que de un tiempo para acá acompaña a Nacho Vegas en sus giras; situado en un costado del escenario, interpretando el teclado o el acordeón. Para otros remite al cantante que junto con Luis Rodríguez fundó la banda de rock León Benavente. Esas dos facetas forman parte de una continuidad si pensamos que originariamente Abraham Boba es el alias de un español, nacido en Vigo, que lleva por nombre David Cobas Pereiro. Aunque pareciera que el propio Boba quiere dejar un halo de misterio sobre el origen del alias y comúnmente dice “haberlo olvidado”, algunas entrevistas revelan que su intención era “buscar una conexión entre lo clásico y lo moderno. Entre lo masculino y lo femenino [] Podría firmarlo como David Cobas, pero quería alejarme de mi proyecto anterior”, aseveración críptica que no aclara mucho. Tal vez la mejor explicación es que no hay explicación.

¿De qué proyectos anteriores es de los que quería distanciarse? En 1997, David Cobas grabó el disco Full-length portrait como parte del grupo de rock anglófono Tédium; luego formó el dúo de música instrumental Belmonde junto con Borja Flames, con quien grabó dos discos: Primer Acto (2001) y Viajeométrico (2003). El alias lo dio a conocer públicamente en 2007 y marcó la transición definitiva hacia el inicio de su carrera como solista. Posteriormente, comenzó a trabajar con Nacho Vegas, quien estaba buscando un tecladista para la grabación y gira de El Manifiesto Desastre.

Abraham Boba y Borja Flames

Abraham Boba y Borja Flames | Foto: Belmonde

Los discos de solista de Abraham tienen como protagonista al instrumento base con el que se siente más cómodo: el piano, casi siempre de cola o vertical, algunas veces eléctrico o el teclado eléctrico. Esta elección del piano y no la guitarra como base para la composición otorga al español un sonido característico. Los pianos son instrumentos de cuerdas, pero también de percusión. La vibración es diferente; el rango y el tipo de sonidos posibles también. Las notas graves del piano hacen armonía con la voz igualmente grave del músico y su fraseo casi siempre lento. Cuando las notas elegidas son de un registro más agudo, el contraste nos arroja de forma melancólica hacia sus historias de desamor. El uso ocasional de otro de sus instrumentos favoritos, el acordeón, es siempre preciso para agregar sustancia a la sensación de nostalgia.Tal vez lo anterior pueda explicar que la voz de Boba suene muy distinta en las canciones de León Benavente: el vigués la transforma para entrar en armonía y sintonía con los instrumentos con los que comparte protagonismo y para transmitir la intención de las canciones. El proyecto de los “leones” es efectivamente fiero y con expresión explosiva, mientras que el de Boba podría caracterizarse como arrojado hacia la narración fragmentada e intimista de experiencias de vida: la mudanza, las relaciones amorosas, las historias y personajes de lugares, la tristeza.

La tarjeta de presentación de David Cobas como Abraham Boba fueron cinco temas que envió a la disquera Limbo Starr —misma con la que grabó sus otros tres álbumes como solista—, y en una semana, con el apoyo de Michel Martín y David López, los estudios Cinearte de Madrid y sesiones solitarias en su propia casa, concluyó su primer disco homónimo Abraham Boba (2007). Así, logró concretar su interés personal por escribir canciones en un proyecto propio que pudiera prolongarse en el tiempo y avanzar (o concluir) junto con él.

Abraham Boba (2007)

Portada de Abraham Boba (2007)

Si la brevedad marcó el proceso de composición del disco, el momento de la escucha se define por una densidad encubierta: da la sensación de que uno está escuchando cosas fundamentales de un modo sencillo y absolutamente placentero. Las letras de Abraham Boba están marcadas por la rima, por la perfecta dicción y por algo que está a caballo entre la narración y la descripción, más que la metáfora —aunque la haya. Las 11 canciones de su primer disco oscilan entre el des-amor, la duda vital, la postura ideológica, los viajes e incluso encuentros con personajes misteriosos y extraños “artilugios.” Hay canciones en este álbum que recurren a alegorías lingüísticas y literarias que atraviesan el texto entero: “Signos de admiración”, “La marque” y “Jornadas cabalísticas” son ejemplo de esto. A veces, el recurso alegórico se conjunta con una narración circular, como en “Turista feliz”. Otras veces, las letras son más como declaraciones, ya sea en el tono despectivo de “Las masas” o la efímera esperanza de “Canción para un final”. Todas las piezas, eso sí, tienen la precisa dosis de convicción que se requiere para hacer nacer y vivir una canción.

La vida cotidiana es una constante temática en sus canciones, lo cual obedece al interés que él mismo ha expresado de que sus receptores tengan los medios para sentirse identificados con sus letras. En su siguiente álbum, La educación (2008), esto se pone aún más de manifiesto. En contraste con su primer disco, en éste incluye guitarras y melodías propias del jazz que acompañan la expresión de ciertas ideas sobre la educación que recibimos desde niños y la manera en que eso influye en las decisiones que hemos de tomar en el resto de nuestra vida. Las letras nos conducen en el camino de una vida, que bien podría ser la de todos. Pasamos frente a imágenes del pasado y del presente, de recuerdos y de sueños, y exaltamos: “el tiempo ha empezado a correr / esto es lo que has elegido / y no puedes cambiarlo otra vez” (“Juan y la defensa”). A pesar de posicionarnos ante las elecciones tomadas y los errores inmutables, en ocasiones se cuela una voz esperanzada que a pesar del frío permanece expectante: “todo un invierno esperando a que el verano se despierte y nos vuelva a calentar” (“Frío”). Y si enfrentarse a la propia vida implica, a su vez, enfrentarse a la muerte, nos cobijamos en las posibilidades de trascender en la memoria de los otros, y así “ahora escribo un boletín / ahora escribo el boletín / para que… / te acuerdes de mí” (“Boletín de la montaña”).

Portada de La Educación (2008)

Portada de La Educación (2008)

En este disco, Abraham retoma el método de creación musical en directo, es decir, evita el uso fragmentado de pistas, sobre lo cual el vigués opina que no ha favorecido a la música. Aquel modo permite que los músicos toquen juntos y a la vez, o por secciones, recuperando las implicaciones espacio temporales de la grabación, en conjunto, de una pieza musical. Abraham Boba, obseso del sonido, es particularmente afecto a este método. Se trata de conceder a cada instrumento un lugar propio, pero que la pieza final se perciba como un todo.

Estos intereses trascienden la creación e interpretación musical, es decir, el cantautor se involucra en más de uno de los procesos de la grabación; ocurre la metamorfosis de la inclinación primaria que era, en esencia, un proyecto personal. Su siguiente disco, Los días desierto (2011) fue producido por el mismo Abraham; sin embargo, coherente con la transformación mencionada, se nota la inclusión de la experiencia colectiva. Desde las grabaciones con Tédium y Belmonde y sus primeros discos de 2007 y 2008 trabajó junto con los ya mencionados David López y Michel Martín; de su experiencia con Nacho Vegas, afirma, mejoró su técnica en el piano y pudo dar cuenta de cómo tiene que sonar una banda en directo; y, específicamente, para Los días desierto, contó con la colaboración de sus futuros compañeros de León Benavente: César Verdú, en las percusiones, la grabación y la mezcla, y Edu Baos en la grabación.

Portada de Los días desierto (2011)

Portada de Los días desierto (2011)

Muchas de las letras de Los días desierto dan la sensación de estar escuchando conversaciones: con otras personas o con uno mismo. Al respecto de “Basura madura”, el mismo Abraham Boba dijo que la idea había surgido de una charla con una amiga. Pero en otras canciones también se percibe esto: los encuentros casuales y la conversación sostienen la narración de “Así se vive aquí” y el diálogo con otro es lo que marca el tono tanto de “Podría haber sido peor” como de “El hombre perdido”. Las canciones de ese disco no son tristes ni nostálgicas, más bien portan un ácido optimismo: “Hagamos otra canción de amor / para gente tan ingenua como yo” o “Podrías dedicar un minuto de tu tiempo / a pensar que a lo mejor / podría haber sido peor” o “No me afectan los insultos / y mucho menos la actualidad / Hoy me siento como en Hollywood” o “Una llamada en medio del baño: / cosas que duelen y no hacen daño” y así podríamos seguir

El año 2014 contiene dos hechos que nos ayudan a concluir este recuento de la vida musical de Abraham Boba. Uno de ellos es que publicó su, hasta ahora, último disco como solista, Podría haber sido peor, el cual es una recopilación de algunas canciones de los tres discos anteriores. El otro es que dio a luz el primer disco con su recién formada banda León Benavente.

Pese a que Abraham Boba, a estas alturas, tiene ya un lugar indiscutible en la escena musical actual, sus discos en solitario aún no gozan del reconocimiento que se esperaría de una propuesta como la suya. Muy diversos y poco usuales escenarios han tenido la fortuna de recibir su voz en directo, por ahora, sólo en Europa: desde un concierto en Radio 3 para presentar uno de sus discos, hasta un par de rolas en un café, en una tienda de música, en salas de espera de hoteles, incluso en la casa de algún conocido. Los que ya estamos más que enganchados con sus discos en solitario, nos conformamos con escucharlo así y seguirlo en sus otros proyectos. Sin embargo, tenemos razones para esperar algo más; por ejemplo, que algún día ofrezca en Latinoamérica un concierto con su repertorio personal. Mientras tanto, cantamos junto con él: “Tenías tus razones para esperar algo más / fue un sueño pero pudo ser real”.

Abraham Boba con León Benavente en la ciudad de México| Foto: Mariana L. Duran

Abraham Boba con León Benavente en la ciudad de México en octubre de 2015 | Foto: Mariana L. Durand

¿Quiénes son los invitados de Bunbury en su MTV Unplugged?

Publicado en Acordes Modernos.

(Denisse Gotlib, Mariana L. Durand, Grecia Monroy.) En la víspera de la salida tanto del concierto televisado como del álbum del MTV Unplugged de Enrique Bunbury, titulado El libro de las mutaciones, seguramente habrá más de uno que aún se pregunte curiosamente por la selección de canciones y de invitados, e incluso por el lugar. Respecto a lo primero, ya en alguna nota pasada, aquí en Acordes Modernos, se había hablado de que el mismo Bunbury dijo que “abriría la caja de Pandora” en sus giras recientes y que daría más espacio a las canciones de Héroes del Silencio. En el Unplugged esto se nota. En cuanto a sus temas en solitario, la selección también sorprendió a varios, pues recuperó no sus “grandes éxitos”, sino varias piezas (medio) olvidadas y, en algunos casos, inéditas.

Respecto al lugar, el hecho de que el concierto haya sido grabado en México puede obedecer a varias razones. Como primer punto, sabemos que los Unplugged no se graban en Europa, puesto que no hay cadena MTV ahí. Por otro lado, de unos años para acá, la mayoría de estos conciertos, cuando son de artistas latinos, se han grabado en México, quizás por la obvia cercanía con Estados Unidos. Por último, podríamos aducir que la gran popularidad que tiene el español en tierras mexicanas lo ha llevado a grabar una propuesta relativamente arriesgada en terreno que probablemente considera “seguro”.

Al respecto de los invitados, a continuación ofrecemos algunos breves perfiles de cada uno de los cinco, tres de los cuales son mexicanos, uno puertorriqueño y uno español.

Pepe Aguilar

Según señalan las crónicas del concierto, una de los momentos más aplaudidos fue “Ven y camina conmigo”, tema en el que Bunbury estuvo acompañado del mexicano Pepe Aguilar. Heredero de dos grandes figuras de la música ranchera —Antonio Aguilar y Flor Silvestre—, Aguilar tiene una larga trayectoria que continúa esta tradición, aunque también ha incursionado en otros estilos musicales, más cercanos al pop. Dentro del panorama musical de México, extensivo a Estados Unidos y América Latina, el cantante ocupa un nicho importante por su versatilidad. Esto se demostró claramente en el MTV Unplugged que el propio Aguilar grabó en junio de 2014 y que fue producido por Emmanuel, “Meme”, del Real —integrante de la legendaria banda mexicana de rock Café Tacvba. Entre los invitados con los que Aguilar contó en su Unplugged, estuvieron grandes figuras de la música, tales como Miguel Bosé, Saúl Hernández (de las también legendarias bandas Caifanes y Jaguares) y Natalia Lafourcade, cantante mexicana que recientemente arrasó en los premios Grammys Latinos. Así pues, esta relación estrecha de Aguilar con la escena musical pop y rock actual, además de sus raíces en la música ranchera —de la cual Bunbury es muy afecto—, parecen haberlo hecho un perfil ideal para acompañar a Bunbury en este tema.

Enrique Bunbury y Pepe Aguilar | Josegirl

Enrique Bunbury y Pepe Aguilar | Josegirl

Carla Morrison

La novena canción de la noche fue “Porque las cosas cambian” para la cual Bunbury invitó a la mexicana de 29 años, cantante independiente de pop, Carla Morrison, quien recientemente, en noviembre del año en curso, acaba de presentar en México y en Estados Unidos su material más reciente y segundo LP:  Amor supremo (2015). Una característica de la carrera de Morrison es su animada participación y colaboración con artistas de la escena musical mexicana, por ejemplo, Natalia Lafourcade, Julieta Venegas, Juan Gabriel, Eugenia León, Los Ángeles Azules, La Sonora Santanera y, anteriormente, coincidió ya con León Laurregui y Vetusta Morla. De hecho, sus primeras incursiones profesionales en el ámbito musical fueron con otros músicos, como un trío llamado Babaluca que formó junto con dos norteamericanos (Nick Kizer y Nichole Petta). Con Bunbury puede más bien hablarse de un reencuentro: ésta es la tercera ocasión que comparten escenario en la ciudad de México. Lo acompañó en “Canto (el mismo dolor)” y “El rescate” en el concierto del español en El Palacio de los Deportes en septiembre de 2012; y a principios de 2014 cantaron “Mar de dudas” en el Auditorio Nacional. Aunque joven, la carrera de Morrison como solista va ganando el reconocimiento de un público cada vez mayor: el año 2009, con la publicación de su primer EP, marcó el comienzo de una serie de presentaciones en conciertos, festivales y eventos musicales masivos en diferentes países de la República Mexicana, e incluso en Europa, y actualmente suma ya tres EP y dos LP.

Enrique Bunbury y Carla Morrison | Josegirl

Enrique Bunbury y Carla Morrison | Josegirl

León Larregui

La canción a dúo con el cantante mexicano León Larregui, “La chispa adecuada”, fue el sencillo que Bunbury decidió liberar varios días antes del lanzamiento oficial para que el público tuviera “una probadita” de lo que sería el Unplugged completo. Larregui es más conocido por ser el vocalista del grupo Zoé, del que forma parte desde su fundación, en 1997. El último álbum que sacaron como banda fue Programatrón, de 2013, mientras que un año antes, en 2012, León publicó su primer disco en solitario llamado Solstis. Tanto el estilo de Larregui como el de Zoé suele describirse como rock alternativo con algunos tintes de space rock y otros tantos de música electrónica. A lo largo de su trayectoria, ha hecho colaboraciones con artistas como Natalia Lafourcade (“Llevarte a Marte” e “Imposible), Sussie 4 (“Remote control”), el grupo español Dorian (“Simulacro de emergencia”), y con la mexicana que participó en el Unplugged: Carla Morrison (“Mensajero”). Asimismo, Larregui tiene historia con Bunbury, puesto que en 2010 el aragonés colaboró con Zoé en una versión de “Nada” para el EP Colaboraciones España, en el que, con ayuda de cuatro artistas españoles, rehacen cuatro de sus canciones, y en el cual, por cierto, Vetusta Morla hizo “Veneno”. Aunque quizás Larregui haya sido el más “esperable” de los posibles colaboradores mexicanos, la versión de la legendaria canción de Héroes del Silencio ha recibido todo tipo de reacciones entre el público mexicano.

Enrique Bunbury y León Larregui | Josegirl

Enrique Bunbury y León Larregui | Josegirl

Robi Draco Rosa

Acompañando a Bunbury en la favorita “El boxeador”, del disco Las consecuencias, estuvo el cantante de origen puertorriqueño, aunque de nacionalidad estadounidense, Robi Draco Rosa. Algunos recordarán que la trayectoria de este multifacético personaje tuvo inicio en la boyband latinoamericana Menudo, de la cual salió también Ricky Martin. Ambos han sido amigos y colegas y, de hecho, Draco Rosa ha sido el compositor y productor responsable de más de uno de los grandes éxitos de Ricky Martin, como el inolvidable “Livin’ la vida loca”. Sin embargo, como compositor e intérprete de sus propias canciones, Draco Rosa ha sorprendido más de una vez con sus discos en solitario, los cuales han oscilado entre distintos géneros musicales, incluyendo el rock —como su celebrado álbum Vagabundo (1996)— así como sonidos tropicales, la trova, el bolero, etc. Su último trabajo, de 2013, es un disco de duetos, en el que participaron figuras como Shakira, Calle 13, Juanes y el mismo Enrique Bunbury, quien lo acompaña en la canción “Obra de arte”.

Enrique Bunbury y Robi Draco Rosa| Josegirl

Enrique Bunbury y Robi Draco Rosa| Josegirl

Vetusta Morla

El grupo madrileño Vetusta Morla comenzó sus andanzas en 1998, aunque publicó su primer LP, Un día en el mundo, de forma independiente con su sello Pequeño Salto Mortal, en 2008. Desde entonces, ha ganado mucha popularidad, al grado de haberse convertido en uno de los referentes actuales del rock español alternativo. La última de sus producciones, La deriva (2014), los llevó a girar por Latinoamérica, en donde han sido muy bien recibidos. Aunque Bunbury nunca ha colaborado en un álbum con sus connacionales, apenas hace unos meses, en agosto de 2015, apareció en el concierto de Vetusta Morla en el Plaza Condesa de la Ciudad de México para cantar “Maldita dulzura”, la cual había grabado previamente, junto con el grupo Disco Pantera, para el programa de radio español Hoy empieza todo. En el Unplugged, Vetusta Morla colaboró en “Planeta Sur”, de Radical Sonora (1997). Sin duda, causa expectación imaginar cómo se integró la peculiar voz de “Pucho”, el vocalista de Vetusta Morla, con la de Bunbury.

Enrique Bunbury, Los Santos Inocentes y Vetusta Morla| Josegirl

Enrique Bunbury, Los Santos Inocentes y Vetusta Morla| Josegirl

No queda más, por ahora, que escuchar completo el Libro de las mutaciones de Bunbury, que sale este miércoles 25 por MTV y este viernes 27 a la venta.

Canciones populistas, el próximo EP de Nacho Vegas: ninguna orilla queda a las orillas

Nacho Vegas en la ciudad de México en marzo de 2014

Nacho Vegas en la ciudad de México en marzo de 2014

Nacho Vegas en la ciudad de México en marzo de 2014

Apareció en Acordes Modernos.

(Grecia Monroy, Denisse Gotlib y Mariana L. Durand). Hace algunos meses, el cantautor gijonés Nacho Vegas anunció que se encuentra trabajando en su próximo disco: un EP que llevará por título Canciones Populistas. A continuación, situamos el disco dentro de la larga carrera del asturiano y damos algunas claves para comprender mejor el sentido de dicho título.

Como ya es tradición, después de su último LP, Resituación (2014), Nacho Vegas lanzará un EP, del cual ya conocemos tanto el nombre, Canciones populistas, como una canción (“Vinu, cantares y amor”) o incluso dos (es posible que incluya su adaptación de “Love me, I’m a liberal”, en español “Ámenme, soy un liberal”, de Phil Ochs). Decimos que ya es tradición porque Vegas siempre ha intercalado la publicación de discos de larga duración con otros de corta duración, formato que disfruta porque genera una dinámica diferente con el público, quizás menos centrada en lo comercial, y porque le recuerda a los discos que él escuchaba en su infancia y adolescencia.

Tal vez lo primero que llama la atención del disco sea su título, por el empleo de la polisémica palabra “populista”, la cual frecuentemente ha sido utilizada por la derecha para referir, despectivamente, a los políticos que enarbolan un discurso en el que colocan en un lugar central al “pueblo” o “a las masas”. En una entrevista de 2013, se le preguntó a Vegas por el término “canción populista”, a lo que respondió reivindicando el derecho a utilizar palabras que no tendrían porqué llevar una carga peyorativa, pero que ciertos discursos de la clase política se han apropiado para su beneficio: “Estamos tan acostumbrados a que se pervierta el lenguaje para hacer pasar por atractivas ideas políticas miserables que nos parece bien la idea de restituir el significado original de términos como «populista». Las canciones a las que nos referimos hablan de la gente y, por tanto, le tienen que pertenecer a la gente. Creemos en la música como un bien común”. En efecto, otros significados de populista y su etimología hacen referencia a “lo que es del pueblo”, de manera análoga al término “popular”, que también tiene una historia polémica. Sin embargo, ambos términos, colocados al lado de la palabra “canción” aluden, simplemente a aquellas composiciones en las que encontramos un “[…] estilo popular, ya porque fue efectivamente cantada entre el pueblo, ya porque en ella el estilo popular ha sido imitado, total o parcialmente, por alguien que ya no pertenecía a la cultura popular.” ((Margit Frenk en el Nuevo Corpus de la Antigua Lírica Popular Hispánica.))

Si bien desde el comienzo de su trayectoria Vegas parece haberse interesado en el sustrato popular de la música ((Por ejemplo, en su primer disco, Diariu (1997), incluyó una versión de “Romance de La Pola” —titulada “La polesina”—, la cual volvería a grabar diez años después con el proyecto Lucas 15.)), en los últimos años ha dado un vuelco mucho más explícito hacia dicha tradición. En cierto sentido, ha reubicado al mismo género musical del rock en la senda de lo popular, donde, de hecho, tiene su origen y su base. Como él mismo ha señalado, el movimiento indie con el que comenzó su carrera estaba influido principalmente por el rock anglosajón del momento, el cual había creado una imagen de sí mismo en la que la música era el lugar para la evasión de la realidad, la autocomplacencia y para la adoración del cliché del artista que vive para el sexo, las drogas y el rock n’ roll. Sin embargo, con el paso de los años, los intereses musicales de Vegas se expandieron y fue encontrando personas y movimientos desde los cuales nutrir la reflexión sobre el lugar de la música dentro de la sociedad. Así, la música country y folk anglosajona, la música popular y folk asturiana y algunos cantautores vinculados a movimientos sociales de izquierda en España se convirtieron en referentes importantes para él. La recuperación de estas tradiciones denota la intención de recordar, colocar o recolocar, en el panorama musical actual, canciones y autores que para algunas historias de la música y para algunos músicos actuales han quedado en el margen, aunque, paradójicamente, el margen de las historias “oficiales” u “ortodoxas” suele ser el centro de todo lo que de verdad importa en nuestras vidas.

Desde dos perspectivas, que en realidad no están separadas, podemos hablar de estas influencias en Vegas: la primera, el proyecto Lucas 15, junto con Xel Pereda, el cual recoge y reelabora en versiones rock piezas del cancionero asturiano y español y, la segunda, sus últimos dos discos, Cómo hacer crac (2011) y Resituación (2014), pues a partir de su publicación el músico ha transformado varias de sus prácticas musicales y escénicas.

El proyecto Lucas 15 se concretó en 2007, en Gijón, gracias al interés de sus dos integrantes en la música popular asturiana. En una entrevista que le realizamos cuando se encontraba en la ciudad de México para presentar Resituación (2014), Vegas nos contó que él entró en contacto con el cancionero asturiano de manera natural, dado que él es de esa región de España y son canciones que conocía desde su infancia. También mencionó que en Asturias hay una escena importante de grupos de folk, de la cual proviene Xel Pereda, con quien compartió el interés por recuperar y actualizar el cancionero asturiano, dando origen al proyecto Lucas 15.

El primer disco de Lucas 15 fue muy bien acogido por la gente. Quizás una de las razones principales sea, además de los excelentes arreglos, que esas canciones por sí mismas ya han resistido al paso del tiempo y han formado parte de la cotidianidad de muchas personas durante siglos. Respecto a esto, para Vegas el deseo de “actualizar” el cancionero tiene que ver con continuar una tradición que los trasciende a él y a Xel, pero la cual, a su vez, permite o pide ser enriquecida y transformada, pues ésa es la esencia misma de la canción popular: no se sabe cuál es la versión original o, de hecho, no existe una sola. A este respecto, Vegas tiene una anécdota mediante la cual se ve más claramente su función como “eslabón” en esta cadena de transmisión de canciones. Una de las piezas de Lucas 15, “Teresina” es una canción inacabada que, según nos cuenta, mezcla dos romances de orígenes geográficos diferentes, por lo que el mismo Vegas tuvo que añadirle dos estrofas, pues de otro modo la historia no tenía sentido. Por eso, él señala que «[…] lo que haces es también aportar tu granito de arena y dejar que la gente que lo reciba pueda seguir avanzando en ese tipo de canciones”.

Hay algo en los romances, en la música tradicional, que le resulta interesante a Vegas a la hora de conseguir efectos estéticos en una canción y que parece remitir a la naturaleza de la vida misma, a su constante contradicción: “Una canción que te hable de sentimientos muy dolorosos muchas veces requiere una música que vaya en sentido contrario, para hacer que se cree una chispa, un choque de trenes, que haga que aquello sea algo poderoso. Eso yo lo he visto mucho en los romances. Aunque las canciones tradicionales suelen tener historias que tienen un final generalmente trágico, son canciones que la gente cantaba a corro, en los pueblos. Se cantaban como un modo de celebrar que estaban vivos, pero cantándole casi a la muerte”.

Nacho Vegas

El próximo EP de Nacho Vegas será Canciones populistas

Aunque previamente ya podíamos encontrar en su discografía varias canciones en las que utilizaba la técnica de contraste entre letra y música, en el disco Resituación es particularmente notable, como en el caso de “Ciudad Vampira”. Esto parece responder también a lo que para el asturiano es la esencia de la propia música: “siempre el cantar es una manera de gritar, de celebrar la vida o de quejarte de alguna manera de ella”. Los contrastes entre música, letra y función se pueden ver claramente, ejemplifica Vegas, en el caso de la trova y la cumbia, las cuales pueden trascender su estereotipo de canción de queja y de celebración, respectivamente, pues muchas veces, en sus palabras, la celebración y la protesta van juntas: “hay cumbias muy combativas y hay canciones, a lo mejor de trova, que también las puedes bailar; se puede hacer una remezcla. En Euzkadi hay un grupo que me encanta, que participó en mi disco [Resituación]: Mursego (nombre tras el que se esconde Maite Arroitajauregi), y en su último disco, que se llama Hiru, hay una canción titulada “Cumbia villera de la ciudad armera”, que es una especie de cumbia que mezcla la canción tradicional de Euzkadi,  —un sitio con una tradición de mucha lucha, con una historia bastante dura, que tiene canciones muy tristes, muy bonitas, cantautores como Mikel Laboa— con una cumbia antitropical, porque viene de otro sitio. Hace una mezcla que parece imposible, pero es realmente explosiva”.

Para Vegas, el camino de la música es un camino de descubrimiento: “Hacer música, y dedicarte a esto, es estar continuamente aprendiendo, tienes que estar continuamente receptivo, sabiendo y siendo permeable a todo lo que ocurre, al mundo de la música y de la cultura popular en general,  tomando posiciones”. En este camino, hay una relación directa entre su re-descubrimiento de la música tradicional y sus reflexiones sobre la dimensión social de la música: “Cuando empecé a escribir canciones, me lo tomaba como una expresión de sentimientos muy íntimos; todos los que escribimos canciones siempre hacemos canciones de ese tipo. Con el tiempo, me fui dando cuenta de que había canciones más tradicionales y populares; por ejemplo, las que se hacen en mi tierra, Asturias, que tenían que ver con canciones marineras, irlandesas, escocesas, o con folk americano. Todas esas canciones apelaban a algo más colectivo”.

Tanto la influencia de las canciones tradicionales como su reflexión sobre la dimensión colectiva de la música se concretan en “Vinu, cantares y amor”, la nueva canción que estará incluida en el EP. La canción comienza a la manera de los antiguos juglares o cantores populares, con un íncipit de tintes legendarios: “Esto que vais a escuchar, esto que vais a escuchar”, y presenta también el elemento cíclico o de repetición. Además, es la única de su repertorio que versa en español y en asturiano. El tema central de la canción es la alegría, la fiesta y el amor como condición de cualquier transformación social: “si nun hai vinu, cantares y amor, non, esta nun ye la mio revolución” (“si no hay vino, cantares y amor, no, ésta no es mi revolución”).

Sin embargo, la experiencia de Vegas de sumergirse en un mundo de canciones antiguas y actuales al mismo tiempo, en combinación con experiencias políticas recientes en España, ha modificado también su forma de hacer canciones y de presentarlas. Estas modificaciones no pueden dejar de leerse a contrapelo de algunos proyectos ocurridos en España en los que Vegas ha participado, como el 15M o Movimiento de los Indignados, el Patio Maravillas, la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), Stop Desahucios, Fundación Robo o la Caja de Músicos, los cuales tienen como manifiesto hacer frente común ante los problemas que los afectan.

Así, más o menos a partir del lanzamiento de Resituación, comenzaron a aparecer en sus presentaciones “coros antifascistas”, como él los suele llamar, que son coros amateur, generalmente integrados a partir de una casa de cultura, de algún movimiento social o de la amistad y cercanía con el músico, los cuales replican en concierto lo que el Coro de Ladinamo y el Patio Maravillas (Madrid) hace en el disco. ((En un afán enciclopédico, recuperamos los nombres de algunos de los coros que han participado en los conciertos del músico en los últimos años: Huertano (Murcia), Frente del Ebro (Zaragoza), Enxebre (La Coruña), Corín Aida Lafuente (Santander), Bora Bora (Granada), Pals a les Rodes (Barcelona) y Páax Káanil (ciudad de México).))

Aunque podría parecer un nombre meramente burlón, “coro antifascista” remite a un momento de la historia de la música, ocurrido en 1941, cuando el cantante estadounidense de folk Woody Guthrie apareció con una guitarra en cuyo cuerpo había escrito la frase “This machine kills fascists” (“Esta máquina mata fascistas”), acto mediante el cual Guthrie, uno de los más importantes cronistas musicales de los años de la Gran Depresión, se pronunciaba contra el horror de la Segunda Guerra Mundial. También, la imagen de la guitarra ha sido frecuentemente utilizada por Vegas como telón de fondo en sus conciertos.

Woody Guthrie, 1941

Woody Guthrie, 1941

Nacho Vegas y su banda en el Niceto Club de Buenos Aires, el 18 de agosto de 2015

Nacho Vegas y su banda en el Niceto Club de Buenos Aires, el 18 de agosto de 2015. Fotografía de Belén Soria.

Sin duda, la aparición de los coros da un potente aporte musical a piezas como “Polvorado” o “Runrún”, pero no sólo eso: reconfigura el espacio del concierto para convertirlo en un lugar en el que, literalmente, caben más voces y, por momentos, anula “el efecto tarima”, el cual sitúa una barrera entre los músicos, subidos en el escenario, y el público, debajo, en las butacas.

En el caso de la ciudad de México, el coro Páax Káanil (que en maya significa ‘canto del cielo’) se formó en mayo de 2014, previo al concierto de junio en el Teatro Metropólitan. La encomienda de Vegas fue sugerente: “formar un coro de amigos”. Susana García, miembro del conjunto, cuenta que algunos de los integrantes fueron incluidos tras haber ganado en dinámicas donde tenían que tocar y cantar una canción de Nacho, por haber hecho tributos o por ser cercanos al músico. Aunque en cada ocasión hay cambios en la alineación del coro, la consigna es que siempre esté integrado por gente con la que haya algún vínculo afectivo. Para Susana, la experiencia del coro ha estado llena de pasión y paciencia porque músicos y coristas deben acoplarse en pocos días, incluso horas, y porque la banda es muy minuciosa respecto a la calidad del sonido. No obstante, recalca que nunca se han ensimismado con alcanzar “la perfección” en la interpretación, sino que lo más importante es que las voces se hagan escuchar. Incluso Nacho los anima diciendo que desafinar es lo correcto, mismo consejo que da en una de sus canciones: “Para ser un buen cantante tienes que desafinar”.

El ir y venir de Vegas de lo individual a lo colectivo —que no son dimensiones tan separadas, después de todo— no representa un “cambio de página” del resto de su trayectoria, sino que es un camino en el que ha ido madurando ideas y hecho una revisión crítica de sus propios procesos de vida. Como él mismo dice: “Me di cuenta de que se podía hacer un viaje de lo más íntimo a lo más colectivo y que no podías quedarte en lo íntimo porque entonces estabas como mirándote al ombligo: ahí las canciones no llevaban a ninguna parte. Aprendí que la música, incluso la que parte de sentimientos más íntimos, tiene esa dimensión social y colectiva. Ese aprendizaje ha sido muy importante para hacer estos últimos discos”. Los que hemos acompañado a Vegas en esta re-situación, esperamos deseosos sus —pero quizás siempre más nuestras— Canciones populistas.

Galería de fotos: León Benavente en concierto

Galería

Esta galería contiene 19 fotos.

Concierto de León Benavente (Abraham Boba, César Verdú, Edu Baos y Luis Rodríguez) en el foro El Imperial, Ciudad de México, México, el 14 de octubre de 2015. Todas las fotografías por Mariana L. Durand. También disponibles en Facebook.  

Fieras en nuestro refugio: León Benavente en la ciudad de México

César Verdú, Luis Rodríguez, Edu Baos y Abraham Boba de León Benavente

César Verdú, Luis Rodríguez, Edu Baos y Abraham Boba de León Benavente

César Verdú, Luis Rodríguez, Edu Baos y Abraham Boba de León Benavente

Publicado en: Arcus.

(Denisse Gotlib, Mariana L. Durand, Grecia Monroy.) El miércoles 14 de octubre de este año, la banda española de rock León Benavente se presentó en el foro El Imperial, en la ciudad de México, con un concierto que, al menos para nuestro país, es un cierre a la vez que una promesa, porque es el último que darán aquí antes de su segundo disco. Según comentaron en entrevista reciente, entrarán a grabar a partir del 1 de noviembre y el disco podría salir para la primavera del próximo año. De hecho, su estancia en México, además de los shows, tuvo también el objetivo de grabar una canción en un estudio local.

En el escenario, los cuatro “leones” estuvieron con la misma energía de siempre; ésa que, desde el primer show que dieron en nuestro país, impresionó y encantó a muchos de los que, en aquel momento, acudieron sólo por la curiosidad de ver en escena a cuatro músicos vinculados con Nacho Vegas. Esta relación musical y amistosa entre León Benavente y Nacho Vegas comprueba que, en ocasiones, lo bueno atrae lo bueno. Sin embargo, la banda también se ha encargado de asumir su propio sitio, su propio estilo y su propio modo de trabajo. El disco que viene en camino parece ser un síntoma de que las cosas marchan bien, porque da continuidad a su proceso de consolidación. Como señala Luis Rodríguez (guitarra), “[…] cuando grabamos el primer disco, éramos cuatro personas que nos conocíamos de trabajar juntos, pero no como banda. Ahora, somos cuatro personas que llevan dos años girando juntos: inevitablemente algo novedoso va a haber”.

La fuerza de León Benavente ha probado diferentes y excéntricos escenarios en México. La selección de estos lugares ha tenido que ver con la necesidad, como ha dicho César Verdú (batería), de empezar como todo empieza: desde abajo en un lugar donde no eran conocidos y donde, pese a que no eran ningunos amateurs, tenían que asumir que, como banda, recién comenzaban a darse a conocer y a formar su público. En su primera visita a México, a mediados de 2014, ofrecieron su primer show en el bar Caradura, un martes 3 de junio. Poco menos de un año después, en marzo de este 2015, volvieron con un repertorio más extenso y heterogéneo de lugares: un par de clubes en Metepec (sábado 21) y Tultitlán (viernes 27), en el Estado de México; la estación del metro Tacubaya (lunes 23), la Fonoteca Nacional (miércoles 25) y el Centro Cultural España (sábado 28), en el D.F.

Una constante en sus conciertos, como podrán atestiguar quienes han presenciado el show más de una ocasión, es el preludio: minutos tensados por la expectación de verlos en el escenario disponiendo y afinando los instrumentos, conectando aquel cable, comprobando una nota Todo ello como apropiación total de su quehacer, adecuando la experiencia musical con sus intenciones de sentido. La música no sólo es mensaje, sino también canal de transmisión: ocurre tanto en el instante perecedero del concierto, como en la inmortalidad de las canciones en el disco.

León Benavente en la ciudad de México.

León Benavente en la ciudad de México.

La sala del foro El Imperial es pequeña y tiene la decoración mitad contemporánea y mitad anticuada que distingue al bien o mal llamado estilo vintage. El escenario, resguardado por un telón de terciopelo rojo, está en una de las esquinas y queda reflejado en un espejo rectangular que se encuentra en uno de sus costados. Desde las nueve de la noche comenzó a llegar la gente: mexicanos y españoles entre el público nos reunimos conectados por un mismo idioma y un mismo gusto musical. Para las diez y media, el lugar estaba casi lleno. Desafortunadamente, tanto para quienes acudían por primera vez al ritual —como era el caso de muchos, a juzgar por los comentarios que podían escucharse entre el tumulto— como para quienes prolongábamos el mito, el telón impidió experimentar el preludio del que hablamos antes. Sin embargo, quienes nos encontrábamos cerca de la entrada del recinto alcanzamos a ver, minutos previos al concierto, al bajista, Edu Baos, rodeado de amigos y fanáticos, concediendo algunas palabras e incluso algunos pasos de baile. También era posible atisbar, de espaldas, a César Verdú. Desde esos momentos previos, se podían escuchar los gritos de apoyo y la sempiterna porra del “oe, oe, oe, oe”, en este caso, rematada por “León, León…”

Así, el preámbulo de otras ocasiones fue factor sorpresa esa noche. Aproximadamente diez minutos antes de las once, sin más presentación, se abrió el telón y comenzó el concierto. Entre el público y los “leones” no había más barrera que los pocos centímetros de altura del templete; la gente estaba tan cerca como para sentir la vibración de la ropa ante el rugir. La fuerza en el escenario es presencia y León Benavente la tiene. Tema adicional es que habrá más de un@ que piense que ninguno de sus integrantes tiene mala pinta. En el pequeño escenario, cada uno ocupaba su lugar: en la única de sus esquinas —pues dos de sus laterales quedan descubiertos al público— estaba César Verdú, de negro, camisa de manga corta, sentado frente a su batería y al lado de una consola de audio; delante de él, a la derecha, Edu Baos, pantalón negro y camisa azul claro, portando el bajo y frente a un sintetizador; en la extrema izquierda, Luis Rodríguez, de negro y con su característica gorra, tomaba la guitarra; y, al frente, Abraham Boba, camisa blanca y saco negro, de pie ante el micrófono y el Farfisa.

El escenario de el foro El Imperial.

El escenario de el foro El Imperial.

La canción que inauguró el concierto fue “Revolución.” Le siguió “Década”, ese himno nostálgico que advierte que “Está muy claro que algo tiene que cambiar / O se irá todo a la mierda”. Abraham Boba, ante la luz blanca, canta ensimismado a la vez que conectado con su movimiento y con el público. Por cierto que, para ese momento, algunas de las fans, habiendo perdido ya todo tipo de inhibición, están lanzando en forma de gritos eufóricos toda clase de propuestas románticas al escenario. La banda, imperturbable o guardándose sus opiniones al respecto para sus adentros, sigue con “Las ruinas”. César Verdú se toma un tiempo entre canciones para revisar, en la consola de audio, que todo vaya bien: los gajes del oficio del baterista experto en sonido. Antes de que comience “Las hienas”, Edu y Luis alzan su cerveza para brindar con la audiencia, que después se estremece al escuchar los acordes de “El Rey Ricardo”, cruda confesión del poder encarnado en cinismo: “Voy a extralimitarme / en todas mis funciones. / Voy a desnudarte sin quitarte los tacones”.

El punto de inflexión de esta primera parte del concierto está marcada por una de las canciones del disco —junto con ”Muy fuerte” y “La palabra”— de tema desencantadamente amoroso: “Estado provisional”. Este tema es sin duda uno de los favoritos del público, uno de los que más fácilmente enganchan al disco y uno cuyas notas y rimas predicen con gran acierto la sobria intensidad de un estado emocional con el que todos nos identificamos. Al terminar esta canción, Abraham aprovechó para expresar el gusto que les da estar de nuevo en México, así como para agradecer al público su presencia.

Comenzó, entonces, la siguiente tanda de canciones: una tras otra, fuertes, irresistibles; ellos, invencibles, pero rendidos ante la música y ante nosotros. Entre intermitencias de azul y rojo es difícil fotografiar la energía siempre en movimiento de César. Edu, sumido en mareas de luces rojas, sonríe hacia las cámaras, hacia el público y hacia Luis, quien entre verdes oleadas y manchas moradas mira las cuerdas de su guitarra. Al mirarlos, piensas ¿qué miran cuando miran mientras tocan? “Vamos a ver si avanzan las negociaciones“, provoca Abraham, como presentación a la canción así titulada, a la cual le sigue “Europa ha muerto”, el cover que León Benavente hace de la banda asturiana Los Ilegales.
¿Alguien ha dicho ya que los conciertos son un acto verdaderamente carnal? En los conciertos, el cara a cara y el cuerpo a cuerpo son la nota principal. La relación que establece el rock entre los emisores y receptores del show tiene algo de vida, algo de muerte, algo de breve muerte… La experiencia auditiva se vuelve tangible a través de los instrumentos, de los movimientos, en un baile hipnotizante de notas y de cuerdas vocales que doblegan nuestros cinco sentidos. La temperatura sube. Nos entregamos al unísono, pues los cuatro músicos y el público son todos factores necesarios para la entrada a la dimensión músico-carnal. En su cuenta de Twitter, León Benavente anunció el show de esa noche con las siguientes palabras: «Hoy a sudar tod@s en @elimperialclub». Y así fue. Aquí el calor es algo bueno. “¡Parecemos una estufa!” es el acertado símil que Edu Baos usa para auto-definirse en el escenario. Nosotros, estamos en nuestro punto.

Abraham Boba, vocalista de León Benavente.

Abraham Boba, vocalista de León Benavente.

En medio de esa fiebre, si alguno quitaba la vista del escenario —lo cual era un reto difícil— y daba un vistazo hacia la parte posterior del recinto, hacia el público, podía reparar en la figura de Nacho Vegas, quien, en medio de la multitud, mezclándose entre ella, pero inevitablemente destacando, estaba de pie presenciando el show de León Benavente. Una escena así es casi un acto poético, especialmente para aquellos de nosotros para quienes “En el principio fue Vegas”.

El concierto alcanzó otro de sus puntos álgidos con “Ánimo, valiente”. Comienzan los acordes y la batería, y las resonancias del video de la canción al ver a César guiñar el ojo de la misma manera que en aquél. Alguna vez, él describió esta canción como el resumen de todo lo que te puedes encontrar dentro del disco: “es un canto o un grito de esperanza; es una canción que está describiendo una generación, un sentimiento de ver que el tiempo pasa, que las cosas no son como te las dibujaron y que, al final, no puedes decaer”. Las tres canciones siguientes no nos dejan recuperar el ritmo natural de nuestros pulmones: “Todos contra todos”, “La palabra” y, la que siempre cierra, “Ser brigada”. “La palabra” es una explosión total: desde el piso, de rodillas, Edu Baos desgarra el bajo; Luis deshace la guitarra, César rompe la batería y Abraham nos dispara con esa serie de preguntas irresolubles que, sin embargo, son nuestra vida misma: “¿Qué significa «a mí me duele más»?”.

Cuando esta canción acaba, ocurre algo que nos hace comprobar que el tiempo cíclico y ritual de los mitos, en pleno siglo XXI, sigue determinando nuestras vidas. Desde el micrófono, Abraham nos cuenta que hace casi dos años, cuando tocaron por primera vez en México, en el bar Caradura, justamente en este preciso punto del concierto, Edu quemó el amplificador del bajo ¡del mismo modo que acaba de ocurrir ahora! Este ánimo que rompe también probó su poder en el concierto que dieron el 8 octubre en el Centro Cultural España, en el marco de Sounds From Spain, cuando tuvieron que parar a la mitad de “Ánimo, valiente”, porque, como explicó Abraham: “nuestro batería le da tan fuerte que ha reventado el pedal del bombo”.

Edu Baos, bajista de León Benavente.

Edu Baos, bajista de León Benavente.

Tras las diligencias para solucionar este asunto, durante lo cual Edu fue ovacionado, comenzó “Ser brigada”. Hay actos que se repiten, pero que, en un concierto, siempre serán la “primera vez” de alguien. Así pasa con la tradición de que, a mitad de esta fantástica canción, se forme entre el público un círculo de slam al cual Abraham Boba baja para formar parte. Ocurre lo mismo con la variante lírica en la que Abraham cambia a la capital española por nuestra ciudad: “[…] crearon su propia sinfonía y su melodía / se escuchaba desde Lisboa a Perpignan / de la Coruña a Gibraltar / desde el D.F…”. El final de esta canción marca también el final del concierto. De vuelta los cuatro “leones” en el escenario, reciben sus últimos aplausos y ovaciones, antes de que el telón baje, ocultándolos. Los oídos de todos seguían palpitantes y expectantes: el silencio era extraño después de una hora de semejante fuerza musical.

León Benavente nos deja anhelantes frente a las posibilidades de lo venidero. Según ha dicho Abraham Boba, es debido al cuidado que quieren poner en la calidad de su sonido que no han adelantado canciones del nuevo álbum en los shows en vivo: “Es una especie de política que estamos siguiendo en el grupo. Quizá vaya un poco a contracorriente comercial […] Lo que buscamos es que no suceda eso de tocar una en vivo, que se grabe en un teléfono y la primera aproximación de la gente a ese tema sea con un sonido que no suele ser el mejor” (Reforma, 13/10/2015). Muchísimo se aprecian este tipo de gestos en los que la dilación expresa el cuidado profesional y apasionado por el trabajo propio que otros disfrutan. “Tú, que recorres los caminos con paciencia”. Esas canciones que aún no conocemos —tanto quienes ya hemos prestado oídos al rugir de los leones como quienes apenas están por descubrirlos— quedan como promesas silenciosas de lo que nos queda por escuchar.

Todas las fotos aquí.

El trayecto musical de León Benavente pasa por México

Publicado en Arcus.

León Benavente en la ciudad de México. | Mariana L. Durand

En junio de 2014, la banda española de rock León Benavente se presentó por primera vez en México. Ahora los recibimos por tercera ocasión en el D.F., con motivo de sus presentaciones en el Centro Cultural España (8 de octubre) y en el foro El Imperial (14 de octubre). Dos de sus integrantes, César Verdú (batería) y Luis Rodríguez (guitarra), nos hablaron sobre esta breve gira y los proyectos venideros de la banda.

(Denisse Gotlib, Mariana L. Durand, Grecia Monroy.) León Benavente es un nombre particular: podría ser, como lo es, un trayecto geográfico, pero además es el nombre de una banda que, desde 2014, ha reavivado la escena del rock en español con un disco extraordinario que, por cierto, lleva como nombre también León Benavente. Las 14 canciones del disco —en su edición especial para México— llevan nuestra época en cada uno de sus notas y letras, al mismo tiempo que dan cuenta de la madurez musical de cada uno de sus integrantes: Abraham Boba (voz), Eduardo Baos (bajo), Luis Rodríguez (guitarra) y César Verdú (batería).

El origen de la banda es conocido ya por muchos y se resume, como nos cuenta César (CV), en una coincidencia vital y musical:
CV: León Benavente somos cuatro personas que venimos de grupos anteriores, en España, con carreras relativamente largas y que en un momento determinado, gracias a trabajar con Nacho Vegas, decidimos juntarnos a hacer canciones.

Por otro lado, el origen del nombre de la banda tiene ya el aura misteriosa de la leyenda, pues hay al menos dos versiones posibles al respecto, según nos explicó Luis (LR):
LR: En el nombre de León Benavente hay un poco de misterio y no vamos a ser nosotros quienes demos demasiadas pistas al respecto… En el norte de España, hay dos pueblos que se llaman León y Benavente; éste es un tramo de carretera que los del norte de España que migramos a Madrid —porque en el norte hay más crisis, no hay oportunidades— tenemos que tomar. Entonces, nos pareció una cosa sugerente. Hace referencia a un tramo entre dos poblaciones, pero también tiene un nombre como de cantante de ranchera o algo así. Sin embargo, también corre la leyenda de que yo tuve un accidente con el coche en ese tramo de León-Benavente y que de ahí fue donde surgió la idea. Pero bueno, yo les pongo las dos vertientes que hay y no voy a desvelar más.

César Verdú (batería) y Luis Rodríguez (guitarra) de León Benavente, en la ciudad de México | Mariana L. Durand

Al respecto de su visita de esta ocasión, César nos cuenta qué planes tienen:
CV: Venimos a una misión comercial con Sounds from Spain, una plataforma que trata de juntar a varios grupos españoles y hacer un showcase en el Centro Cultural España (CCE); esto es el jueves 8. El miércoles 14 estaremos en El Imperial haciendo un show completo. Además, también queríamos grabar una canción en un estudio en México.

Justamente, esto último nos da pie a platicar sobre el nuevo disco, proyecto que en su última visita ya nos habían anunciado y del que, ahora, nos hablaron un poco más: ¿cómo ha sido el proceso de grabación del disco en medio de una agenda saturada de presentaciones, tanto como León Benavente como con Nacho Vegas?
LR: Llegamos ayer [a México] y veníamos directamente de nuestro campamento base o cuartel general, porque a partir del 1 de noviembre entramos a grabar el disco. Ésta fue una pequeña visita con esto de Sounds from Spain; además, vendrá Nacho [Vegas] también, así que aprovechamos para venir. Pero es inminente: el disco estará grabado a finales del mes que viene. Sobre las fechas de salida, nos gusta ir poco a poco y, de momento, tenemos la grabación. Ya veremos luego.
CV: Sí; en principio, la fecha sería para primavera, una cosa así.
LR: Y la idea sería también venir aquí con el nuevo disco, claro.

Sobre qué esperar de este nuevo disco, nos comentan:
LR: Bueno, hay que tener en cuenta que, cuando grabamos el primer disco, éramos cuatro personas que nos conocíamos de trabajar juntos, pero no como banda. Hicimos el primer disco bajo esas circunstancias. Ahora somos cuatro personas que llevan dos años largos girando juntos: inevitablemente algo novedoso va a haber. Tampoco te sabría decir qué es, pero nuestra relación ya es distinta; la forma en la que nos compenetramos es distinta, precisamente porque llevamos mucho tiempo juntos. Yo creo que en este nuevo disco mantenemos lo que teníamos pensado: canciones directas, honestas y, sobre todo, canciones que nos muevan y nos gusten.

“Yo creo que en este nuevo disco mantenemos lo que teníamos pensado: canciones directas, honestas.” | Foto: Mariana L. Durand

Los que ya conocemos y disfrutamos de la música de León Benavente, esperamos con ansisas este segundo disco. Pero, mientras tanto, queda mucho que ver. Por ahora, las presentaciones que tendrán el 8 y el 14 de octubre en el Centro Cultural España y el foro El Imperial, respectivamente.

Y, para los que no han escuchado aún su primer disco homónimo (disponible tanto en versión física como en iTunes, Spotify y Deezer), les decimos que hay 14 canciones aguardándolos que les devolverán, si es que las habían perdido, las esperanzas en el rock de nuestros tiempos. Para terminar la entrevista, les pedimos a César y a Luis que nos dijeran con qué canción cerrarían este año 2015: “«Ser brigada»”, dijo César, “pues es con la que cerramos los conciertos y está bien para cerrar el año”. Luis, por su parte, respondió: “Yo haría «Década»; siempre tuve algo especial por «Década».” Así pues, ya tienen por dónde empezar con León Benavente. Ánimo, valientes.