Nacho Vegas en la ciudad de México en marzo de 2014
Nacho Vegas en la ciudad de México en marzo de 2014
Apareció en Acordes Modernos.
(Grecia Monroy, Denisse Gotlib y Mariana L. Durand). Hace algunos meses, el cantautor gijonés Nacho Vegas anunció que se encuentra trabajando en su próximo disco: un EP que llevará por título Canciones Populistas. A continuación, situamos el disco dentro de la larga carrera del asturiano y damos algunas claves para comprender mejor el sentido de dicho título.
Como ya es tradición, después de su último LP, Resituación (2014), Nacho Vegas lanzará un EP, del cual ya conocemos tanto el nombre, Canciones populistas, como una canción (“Vinu, cantares y amor”) o incluso dos (es posible que incluya su adaptación de “Love me, I’m a liberal”, en español “Ámenme, soy un liberal”, de Phil Ochs). Decimos que ya es tradición porque Vegas siempre ha intercalado la publicación de discos de larga duración con otros de corta duración, formato que disfruta porque genera una dinámica diferente con el público, quizás menos centrada en lo comercial, y porque le recuerda a los discos que él escuchaba en su infancia y adolescencia.
Tal vez lo primero que llama la atención del disco sea su título, por el empleo de la polisémica palabra “populista”, la cual frecuentemente ha sido utilizada por la derecha para referir, despectivamente, a los políticos que enarbolan un discurso en el que colocan en un lugar central al “pueblo” o “a las masas”. En una entrevista de 2013, se le preguntó a Vegas por el término “canción populista”, a lo que respondió reivindicando el derecho a utilizar palabras que no tendrían porqué llevar una carga peyorativa, pero que ciertos discursos de la clase política se han apropiado para su beneficio: “Estamos tan acostumbrados a que se pervierta el lenguaje para hacer pasar por atractivas ideas políticas miserables que nos parece bien la idea de restituir el significado original de términos como «populista». Las canciones a las que nos referimos hablan de la gente y, por tanto, le tienen que pertenecer a la gente. Creemos en la música como un bien común”. En efecto, otros significados de populista y su etimología hacen referencia a “lo que es del pueblo”, de manera análoga al término “popular”, que también tiene una historia polémica. Sin embargo, ambos términos, colocados al lado de la palabra “canción” aluden, simplemente a aquellas composiciones en las que encontramos un “[…] estilo popular, ya porque fue efectivamente cantada entre el pueblo, ya porque en ella el estilo popular ha sido imitado, total o parcialmente, por alguien que ya no pertenecía a la cultura popular.” ((Margit Frenk en el Nuevo Corpus de la Antigua Lírica Popular Hispánica.))
Si bien desde el comienzo de su trayectoria Vegas parece haberse interesado en el sustrato popular de la música ((Por ejemplo, en su primer disco, Diariu (1997), incluyó una versión de “Romance de La Pola” —titulada “La polesina”—, la cual volvería a grabar diez años después con el proyecto Lucas 15.)), en los últimos años ha dado un vuelco mucho más explícito hacia dicha tradición. En cierto sentido, ha reubicado al mismo género musical del rock en la senda de lo popular, donde, de hecho, tiene su origen y su base. Como él mismo ha señalado, el movimiento indie con el que comenzó su carrera estaba influido principalmente por el rock anglosajón del momento, el cual había creado una imagen de sí mismo en la que la música era el lugar para la evasión de la realidad, la autocomplacencia y para la adoración del cliché del artista que vive para el sexo, las drogas y el rock n’ roll. Sin embargo, con el paso de los años, los intereses musicales de Vegas se expandieron y fue encontrando personas y movimientos desde los cuales nutrir la reflexión sobre el lugar de la música dentro de la sociedad. Así, la música country y folk anglosajona, la música popular y folk asturiana y algunos cantautores vinculados a movimientos sociales de izquierda en España se convirtieron en referentes importantes para él. La recuperación de estas tradiciones denota la intención de recordar, colocar o recolocar, en el panorama musical actual, canciones y autores que para algunas historias de la música y para algunos músicos actuales han quedado en el margen, aunque, paradójicamente, el margen de las historias “oficiales” u “ortodoxas” suele ser el centro de todo lo que de verdad importa en nuestras vidas.
Desde dos perspectivas, que en realidad no están separadas, podemos hablar de estas influencias en Vegas: la primera, el proyecto Lucas 15, junto con Xel Pereda, el cual recoge y reelabora en versiones rock piezas del cancionero asturiano y español y, la segunda, sus últimos dos discos, Cómo hacer crac (2011) y Resituación (2014), pues a partir de su publicación el músico ha transformado varias de sus prácticas musicales y escénicas.
El proyecto Lucas 15 se concretó en 2007, en Gijón, gracias al interés de sus dos integrantes en la música popular asturiana. En una entrevista que le realizamos cuando se encontraba en la ciudad de México para presentar Resituación (2014), Vegas nos contó que él entró en contacto con el cancionero asturiano de manera natural, dado que él es de esa región de España y son canciones que conocía desde su infancia. También mencionó que en Asturias hay una escena importante de grupos de folk, de la cual proviene Xel Pereda, con quien compartió el interés por recuperar y actualizar el cancionero asturiano, dando origen al proyecto Lucas 15.
El primer disco de Lucas 15 fue muy bien acogido por la gente. Quizás una de las razones principales sea, además de los excelentes arreglos, que esas canciones por sí mismas ya han resistido al paso del tiempo y han formado parte de la cotidianidad de muchas personas durante siglos. Respecto a esto, para Vegas el deseo de “actualizar” el cancionero tiene que ver con continuar una tradición que los trasciende a él y a Xel, pero la cual, a su vez, permite o pide ser enriquecida y transformada, pues ésa es la esencia misma de la canción popular: no se sabe cuál es la versión original o, de hecho, no existe una sola. A este respecto, Vegas tiene una anécdota mediante la cual se ve más claramente su función como “eslabón” en esta cadena de transmisión de canciones. Una de las piezas de Lucas 15, “Teresina” es una canción inacabada que, según nos cuenta, mezcla dos romances de orígenes geográficos diferentes, por lo que el mismo Vegas tuvo que añadirle dos estrofas, pues de otro modo la historia no tenía sentido. Por eso, él señala que «[…] lo que haces es también aportar tu granito de arena y dejar que la gente que lo reciba pueda seguir avanzando en ese tipo de canciones”.
Hay algo en los romances, en la música tradicional, que le resulta interesante a Vegas a la hora de conseguir efectos estéticos en una canción y que parece remitir a la naturaleza de la vida misma, a su constante contradicción: “Una canción que te hable de sentimientos muy dolorosos muchas veces requiere una música que vaya en sentido contrario, para hacer que se cree una chispa, un choque de trenes, que haga que aquello sea algo poderoso. Eso yo lo he visto mucho en los romances. Aunque las canciones tradicionales suelen tener historias que tienen un final generalmente trágico, son canciones que la gente cantaba a corro, en los pueblos. Se cantaban como un modo de celebrar que estaban vivos, pero cantándole casi a la muerte”.
El próximo EP de Nacho Vegas será Canciones populistas
Aunque previamente ya podíamos encontrar en su discografía varias canciones en las que utilizaba la técnica de contraste entre letra y música, en el disco Resituación es particularmente notable, como en el caso de “Ciudad Vampira”. Esto parece responder también a lo que para el asturiano es la esencia de la propia música: “siempre el cantar es una manera de gritar, de celebrar la vida o de quejarte de alguna manera de ella”. Los contrastes entre música, letra y función se pueden ver claramente, ejemplifica Vegas, en el caso de la trova y la cumbia, las cuales pueden trascender su estereotipo de canción de queja y de celebración, respectivamente, pues muchas veces, en sus palabras, la celebración y la protesta van juntas: “hay cumbias muy combativas y hay canciones, a lo mejor de trova, que también las puedes bailar; se puede hacer una remezcla. En Euzkadi hay un grupo que me encanta, que participó en mi disco [Resituación]: Mursego (nombre tras el que se esconde Maite Arroitajauregi), y en su último disco, que se llama Hiru, hay una canción titulada “Cumbia villera de la ciudad armera”, que es una especie de cumbia que mezcla la canción tradicional de Euzkadi, —un sitio con una tradición de mucha lucha, con una historia bastante dura, que tiene canciones muy tristes, muy bonitas, cantautores como Mikel Laboa— con una cumbia antitropical, porque viene de otro sitio. Hace una mezcla que parece imposible, pero es realmente explosiva”.
Para Vegas, el camino de la música es un camino de descubrimiento: “Hacer música, y dedicarte a esto, es estar continuamente aprendiendo, tienes que estar continuamente receptivo, sabiendo y siendo permeable a todo lo que ocurre, al mundo de la música y de la cultura popular en general, tomando posiciones”. En este camino, hay una relación directa entre su re-descubrimiento de la música tradicional y sus reflexiones sobre la dimensión social de la música: “Cuando empecé a escribir canciones, me lo tomaba como una expresión de sentimientos muy íntimos; todos los que escribimos canciones siempre hacemos canciones de ese tipo. Con el tiempo, me fui dando cuenta de que había canciones más tradicionales y populares; por ejemplo, las que se hacen en mi tierra, Asturias, que tenían que ver con canciones marineras, irlandesas, escocesas, o con folk americano. Todas esas canciones apelaban a algo más colectivo”.
Tanto la influencia de las canciones tradicionales como su reflexión sobre la dimensión colectiva de la música se concretan en “Vinu, cantares y amor”, la nueva canción que estará incluida en el EP. La canción comienza a la manera de los antiguos juglares o cantores populares, con un íncipit de tintes legendarios: “Esto que vais a escuchar, esto que vais a escuchar”, y presenta también el elemento cíclico o de repetición. Además, es la única de su repertorio que versa en español y en asturiano. El tema central de la canción es la alegría, la fiesta y el amor como condición de cualquier transformación social: “si nun hai vinu, cantares y amor, non, esta nun ye la mio revolución” (“si no hay vino, cantares y amor, no, ésta no es mi revolución”).
Sin embargo, la experiencia de Vegas de sumergirse en un mundo de canciones antiguas y actuales al mismo tiempo, en combinación con experiencias políticas recientes en España, ha modificado también su forma de hacer canciones y de presentarlas. Estas modificaciones no pueden dejar de leerse a contrapelo de algunos proyectos ocurridos en España en los que Vegas ha participado, como el 15M o Movimiento de los Indignados, el Patio Maravillas, la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), Stop Desahucios, Fundación Robo o la Caja de Músicos, los cuales tienen como manifiesto hacer frente común ante los problemas que los afectan.
Así, más o menos a partir del lanzamiento de Resituación, comenzaron a aparecer en sus presentaciones “coros antifascistas”, como él los suele llamar, que son coros amateur, generalmente integrados a partir de una casa de cultura, de algún movimiento social o de la amistad y cercanía con el músico, los cuales replican en concierto lo que el Coro de Ladinamo y el Patio Maravillas (Madrid) hace en el disco. ((En un afán enciclopédico, recuperamos los nombres de algunos de los coros que han participado en los conciertos del músico en los últimos años: Huertano (Murcia), Frente del Ebro (Zaragoza), Enxebre (La Coruña), Corín Aida Lafuente (Santander), Bora Bora (Granada), Pals a les Rodes (Barcelona) y Páax Káanil (ciudad de México).))
Aunque podría parecer un nombre meramente burlón, “coro antifascista” remite a un momento de la historia de la música, ocurrido en 1941, cuando el cantante estadounidense de folk Woody Guthrie apareció con una guitarra en cuyo cuerpo había escrito la frase “This machine kills fascists” (“Esta máquina mata fascistas”), acto mediante el cual Guthrie, uno de los más importantes cronistas musicales de los años de la Gran Depresión, se pronunciaba contra el horror de la Segunda Guerra Mundial. También, la imagen de la guitarra ha sido frecuentemente utilizada por Vegas como telón de fondo en sus conciertos.
Woody Guthrie, 1941
Sin duda, la aparición de los coros da un potente aporte musical a piezas como “Polvorado” o “Runrún”, pero no sólo eso: reconfigura el espacio del concierto para convertirlo en un lugar en el que, literalmente, caben más voces y, por momentos, anula “el efecto tarima”, el cual sitúa una barrera entre los músicos, subidos en el escenario, y el público, debajo, en las butacas.
En el caso de la ciudad de México, el coro Páax Káanil (que en maya significa ‘canto del cielo’) se formó en mayo de 2014, previo al concierto de junio en el Teatro Metropólitan. La encomienda de Vegas fue sugerente: “formar un coro de amigos”. Susana García, miembro del conjunto, cuenta que algunos de los integrantes fueron incluidos tras haber ganado en dinámicas donde tenían que tocar y cantar una canción de Nacho, por haber hecho tributos o por ser cercanos al músico. Aunque en cada ocasión hay cambios en la alineación del coro, la consigna es que siempre esté integrado por gente con la que haya algún vínculo afectivo. Para Susana, la experiencia del coro ha estado llena de pasión y paciencia porque músicos y coristas deben acoplarse en pocos días, incluso horas, y porque la banda es muy minuciosa respecto a la calidad del sonido. No obstante, recalca que nunca se han ensimismado con alcanzar “la perfección” en la interpretación, sino que lo más importante es que las voces se hagan escuchar. Incluso Nacho los anima diciendo que desafinar es lo correcto, mismo consejo que da en una de sus canciones: “Para ser un buen cantante tienes que desafinar”.
El ir y venir de Vegas de lo individual a lo colectivo —que no son dimensiones tan separadas, después de todo— no representa un “cambio de página” del resto de su trayectoria, sino que es un camino en el que ha ido madurando ideas y hecho una revisión crítica de sus propios procesos de vida. Como él mismo dice: “Me di cuenta de que se podía hacer un viaje de lo más íntimo a lo más colectivo y que no podías quedarte en lo íntimo porque entonces estabas como mirándote al ombligo: ahí las canciones no llevaban a ninguna parte. Aprendí que la música, incluso la que parte de sentimientos más íntimos, tiene esa dimensión social y colectiva. Ese aprendizaje ha sido muy importante para hacer estos últimos discos”. Los que hemos acompañado a Vegas en esta re-situación, esperamos deseosos sus —pero quizás siempre más nuestras— Canciones populistas.