Michael Waldrep, “Cuautitlán: un diario acerca de vivir en los suburbios de la ciudad de México” (traducción)

Original: Michael Waldrep, “A Journal of Living in the Suburbs of Mexico City” (publicado por Michael Waldrep en Fulbright National Geographic Stories el 15 de diciembre de 2014.)

Traducción: Grecia Monroy Sánchez (3 de 17)
*Las fotos y videos incluidos aquí son los que aparecen en el artículo original.

Cuautitlán: un diario acerca de vivir en los suburbios de la ciudad de México


Cerca de 600 000 personas viven en la creciente Cuautitlán, uno de los suburbios más alejados de la ciudad de México, debido a los precios baratos de las viviendas, los subsidios y las mejoras en infraestructura.

Aproximadamente a 18 millas (29 kilómetros) en línea recta desde el Centro de la ciudad de México, se ubica la que será mi casa por un mes. Un breve, aunque complejo, viaje por tres estaciones del metro de la ciudad (por aproximadamente 30 centavos de dólar) te lleva a la estación Buenavista. Fundada en el siglo XIX, ésta fue alguna vez la principal estación inter-urbana de la ciudad, antes de que el servicio nacional de pasajeros decayera a raíz de la privatización de los ferrocarriles. Actualmente, es más un centro comercial que una estación de trenes, aunque sigue siendo mi punto de entrada y salida de la ciudad propiamente dicha, del mismo modo que lo es para miles cada día. Desde Buenavista, un viaje de cuarenta minutos en el Tren Suburbano (por aproximadamente 1 dólar) te lleva lejos hacia el norte, a través de la frontera del Distrito Federal, hacia el Estado de México y, finalmente, a la estación Cuautitlán. Ésta también parece más un centro comercial que una terminal; la estación está sobre los trenes de carga, el Suburbano y la zona de espera de una pequeña flota de buses colectivos o peseros. Por 40 centavos de dólar, puedes encontrar un pequeño pedazo de cojín en el asiento de uno de esos peseros que te conducirá a tu casa, a los puntos distantes, incluso más al norte. La caminata de la estación a mi casa es tan sólo de 40 minutos, pero ante la perspectiva de pistas para el transporte de mercancía, banquetas angostas o casi nulas y un simple, aunque difícil de medir, sentimiento de hostilidad hacia los peatones, la mayoría prefiere el viaje en autobús.

Después de 10 minutos, mi autobús me deja enfrente de mi casa. No hay paradas oficiales, así que los transportes te dejarán más o menos donde necesites. El vecindario —más bien un fraccionamiento— se llama Galaxia. Todavía no estoy seguro de por qué. No tiene nada de “espacial” ni las casas son tan diferentes de aquéllas en el más históricamente nombrado Haciendas Cuautitlán —que es el siguiente desarrollo— o el de estilo genérico La Guadalupana —que está al otro lado. (La comunidad a puerta cerrada que se encuentra más abajo, “La Toscana”, todavía está vendiendo casas con un supuesto estilo italiano, por si alguien está interesado.) Diseñadas como unidades completas por grandes compañías constructoras como Casas Geo o Consorcio Ara, las casas son repetitivas; cada vecindario está hecho de sólo uno o dos diseños. Aun así, el llamativo nombre de mi propio vecindario significa que los peseros que van ahí tienen una pequeña y bonita estrella en el letrero que indica su destino.

En realidad, nunca ha habido mucha oportunidad para diseños innovadores en el presupuesto de estos desarrollos. La construcción de las casas y algunos de los fondos disponibles para ayudar a comprarlas son dados por la agencia federal llamada Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit). Usando ingresos fiscales, el Infonavit asegura millones de hipotecas a lo largo de México —cerca del 70% de los préstamos para vivienda en el país—, por lo que ha permitido el auge de nuevas viviendas unifamiliares, la mayoría de ellas en el Estado de México. En una ciudad en la que el ingreso promedio anual por trabajador apenas alcanza los 10 000 dólares, los precios de las casas tienen que ser accesibles.

Las casas, hechas con dinero público por empresas privadas, son de construcción barata y, frecuentemente, maltrecha. Mi propia pequeña casa tiene menos de diez años y se ve peor de lo que debiera; los propietarios están actualmente buscando cambiar el techo, después de que el yeso del techo de una de las dos recámaras se viniera abajo por la humedad. Aunque hay algunos empleos en Cuautitlán, desde industria pesada hasta bodegas de almacenamiento, el vecindario está lejos del centro de la ciudad, en donde la mayoría trabaja. A partir de la reciente crisis financiera global, muchos de estos desarrollos han tenido tiempos difíciles. Ante la perspectiva de penosos viajes diarios y viviendas lejos de lo ideal, muchas de las cosas no se han vendido, y varias de las que fueron brevemente ocupadas, han sido abandonadas masivamente. A esto se la ha llamado un “éxodo”.

Sin embargo, aunque en Galaxia hay algunas cuantas casas a la venta, las calles se ven muy habitadas. Sin duda alguna, la sensación es diferente que en gran parte del resto de la ciudad. Antes de convertirse en un escabroso camino de terracería una cuadra más abajo, la calle en la que vivo es la principal vía pública del vecindario y, aunque ciertamente es el espacio más habitado del vecindario, en comparación con la ciudad de México o incluso con el centro histórico y comercial de Cuautitlán, es muy silenciosa. Tres horas después del atardecer, la calle queda vacía, con excepción de un par de adolescentes navegando los topes de las calles con sus bicicletas, escuchando música mal sintonizada en su celular y esquivando al último puñado de peseros de la noche.

Calle Lic. Arturo Montiel Rojas, Cuautitlán.

Calle Lic. Arturo Montiel Rojas, Cuautitlán.

Es un suburbio, pues. No es inmediatamente identificable como ejemplo de uno de los vecindarios de clase media en los que pasé gran parte de mi infancia y adolescencia, pero los patrones de vida son sorprendentemente similares. Es un lugar para que las familias tengan su propio espacio y para que críen a sus hijos en paz. Es un vecindario formal, cuya infraestructura física y política fue establecida por empresas y por el gobierno en turno. La gente viaja cotidianamente a trabajar y regresa a sus casas para cocinar la cena. Los niños juegan afuera, pasando el tiempo con sus amigos después de la escuela. Si creciste de algún modo similar al mío o has tomado la misma clase de decisiones por tu familia que mis padres hicieron por la mía, esto te debe sonar familiar. En términos de una intención artística, el trabajo que estoy haciendo aquí te puede parecer familiar también. Estos lugares, al igual que los periodísticamente más emocionantes (y peligrosos), asentamientos informales al este de la ciudad, requieren investigación.

Sin embargo, éste es un fenómeno nuevo para México, como de hecho lo es para gran parte del mundo. La pareja que es dueña de mi casa proviene de Iztapalapa y Milpa Alta, respectivamente, las cuales son zonas periféricas a su propio modo, pero que no tienen nada que ver con un suburbio en el modo en el que lo conozco ni en el que puedo reconocer, de alguna manera, aquí en Galaxia. Esto no quiere decir que Cuautitlán se sienta familiar; es fácil sentirse aislado, en un sitio extraño y desorientado. Estoy tentado a atribuir esto a que soy un extranjero aquí, un forastero, pero pienso que la falta de familiaridad es también, quizás, parte de la experiencia suburbana. Esperando conocer más gente en la cuadra, le pregunté a mi casero si él conocía a alguien en esta área, pero después de cinco años de vivir en esa calle y de manejar un taxi al otro extremo del tren suburbano, aún no había llegado a conocer a ningún otro de los habitantes de Galaxia.

Michael Waldrep, “Hacia el exterior desde dentro: la ciudad de México” (traducción)

Original: Michael Waldrep, “Outward from Within—Mexico City” (publicado por Michael Waldrep en Fulbright National Geographic Stories el 25 de noviembre de 2014.)

Traducción: Grecia Monroy Sánchez (2 de 17)
*Las fotos que se incluyen aquí son las que aparecen en el artículo original.

Michael Waldrep

Hacia el exterior desde dentro: la ciudad de México

Es difícil hablar de la periferia sin primero hablar del centro. Mientras esté en México, no tengo intención de ser demasiado estricto en mi definición de la “periferia” de la ciudad. Después de todo, con cada atasco de tráfico y cada retraso de los autobuses, las distancias mentales de la ciudad se hacen más amplias. Cuando tu tren se retrasa, es fácil tanto sentirte en los márgenes (incluso con inversión en infraestructura) como conectado. En cualquier caso, trataré el tema de delinear la extensión de la ciudad, es decir, sus alcances. Ésa es la pregunta difícil. Señalar el centro de la ciudad —y en muchos modos el centro del país— es extrañamente simple.

El Zócalo —formalmente la Plaza de la Constitución— está rodeado por edificios que albergan el centro de la Iglesia Católica en la ciudad, del Gobierno Federal y del Gobierno del Distrito Federal. Una enorme extensión de piedra volcánica, una plaza en la que caben 100 000 personas, el Zócalo es el centro del Centro Histórico de la ciudad y, por tradición, su corazón. Los poderes políticos y religiosos tienen su forma arquitectónica aquí, hoy en 2014, así como la tenían en los tiempos prehispánicos, cuando este espacio era el centro de Tenochtitlán, la capital del pueblo Mexica, el cual dio a la ciudad y al país su nombre, aunque en inglés solemos referirnos a ellos más bien como “aztecas”.

El mapa “Nuremberg” de 1524 de Tenochtitlán. Wikipedia.

El mapa “Nuremberg” de 1524 de Tenochtitlán. Wikipedia.

La leyenda dice que en 1325 los nómadas aztecas vieron un águila con una serpiente en su boca, posada en un nopal, en una isla del Lago de Texcoco —el cuerpo de agua que luego se expandió sobre gran parte del Valle de México. Capaces de ingeniarse un modo de expandir la limitada tierra seca del centro del lago, los aztecas poco a poco construyeron una ciudad: Tenochtitlán, la cual, con el paso del tiempo, sería hogar de cerca de 200 000 personas, quienes vivirían alrededor del espacio central de gobierno y adoración que estaba localizado, más o menos, donde el Zócalo lo está ahora. Esto, por supuesto, no es una casualidad: poco después de que Cortés llegó a la ciudad en 1519, mandó a demoler el templo azteca y construyó una iglesia encima, para erigir la sede del gobierno español en el Nuevo Mundo con los materiales del palacio de gobierno azteca. Incluso cuando las autoridades españolas fueron removidas del país al terminar la Guerra de Independencia, en 1821, ese mismo edificio funcionó como sede del nuevo gobierno y, aún ahora, como el Palacio Nacional, es el lugar del gobierno mexicano.

Ciudad de México en 1811. Archivo de mapas de la Universidad de Texas.

Ciudad de México en 1811. Archivo de mapas de la Universidad de Texas.

Hubo otros sitios antiguos —algunos pueden ser considerados ciudades por sí mismos— que ahora están completamente envueltos por la ciudad: Coyoacán, Iztapalapa, Mixcoac, por mencionar sólo a algunos. Estos lugares estaban situados en las orillas del lago que Tenochtitlán había tomado bajo su dominio y entonces, de una extraña manera, resulta posible pensar que el área del antiguo y ahora extinto Lago de Texcoco formó una frontera natural para la ciudad. Mientras que Tenochtitlán ocupó una isla artificial que cubría más o menos lo que ahora es la colonia Centro (aproximadamente 9 kilómetros cuadrados), ahora el lago prácticamente no existe, pero sus áreas secas albergan millones de residentes. (Regresaré a este punto más adelante durante el proyecto, pero esto es problemático. La culpa la tiene el águila.)

El centro es infinitamente interesante y realmente me apena dejarlo fuera de mi investigación de la ciudad. Es fascinante no sólo por su vasto conjunto de estructuras históricas, que atraen a los turistas, sino también por sus inacabables y particulares mercados, donde hay desde teléfonos celulares de segunda mano a vestidos para quinceañeras, y accesorios de iluminación, todo lo cual atrae diariamente a miles de compradores de toda la ciudad. Al Centro llegan varias de las más importantes líneas del metro, lo que permite que se llene rápidamente tanto de manifestantes como de personas que van a ver escaparates.

Todo esto es para decir que, en muchos modos, la ciudad todavía es unipolar; millones de vidas se viven enfocadas en ese antiguo corazón. El comercio aún sucede aquí —incluyendo uno de los más importantes mercados informales. Las instituciones culturales aún abundan. El poder aún reside aquí. El peso simbólico del Zócalo aún no tiene par. En los albores de los trágicos y desagradables sucesos en Guerrero —los cuales han coincidido más o menos con mi estancia en México— cientos de miles de personas han marchado al Zócalo para ser escuchadas. Tan sólo hace una semana, las puertas del Palacio Nacional fueron quemadas por manifestantes estimulados por la misma energía. El Centro es el lugar donde se exige la rendición de cuentas, donde la gente se ha reunido durante siglos y donde puedes comprar accesoríos para tuberías. Es un pequeño mundo dentro de sí mismo, uno que puedes atravesar caminando en aproximadamente media hora.

Y aún así, como tengo intención de demostrar durante mi estancia aquí, ciertamente no es el único centro de la ciudad. Desde la época en la que los Conquistadores empezaron a secar los lagos que rodeaban Tenochtitlán, la ciudad se ha expandido. Cuando en el siglo XIX, un imperio dominado por los frances planeó tener sus propios Campos Elíseos —el Paseo de la Reforma— el poder político se movió temporalmente lejos de ahí. Actualmente, los rascacielos que flanquean Reforma marcan de forma dramática que el poder económico ha dejado de estar en el Centro, un proceso que aún continúa. Por otro lado, cuando el metro abrió a finales de la década de los sesenta, la gente común empezó a vivir cada vez más lejos, mientras que la posibilidad de tener un auto y la expansión del tránsito informal permitieron la creación de distritos más alejados, como Santa Fe o Chalco. Cada vez más rápido, la ciudad se ha ido desenrollando a sí misma. El Centro ya no es el lugar en el que sucede la mayoría de la vida, trabajo y comercio de la ciudad, aunque ciertamente la gente sigue haciendo todo eso ahí, quizás incluso en mayor cantidad y con mucha más variedad que en el centro histórico de cualquier ciudad de Estados Unidos en la que pueda pensar. Aunque el Centro sigue siendo fascinante y siempre cambiente, es siguiendo esta tendencia de multipolaridad que estoy planeando buscar, desde afuera, el corazón (o corazones) actual de la ciudad.

Como siempre, estoy más activo en mi Instagram (@michaelwaldrep) que aquí, aunque espero mantener el blog actualizado más regularmente conforme avanzo. Como siempre, gracias por seguir en contacto.

Sin comienzo ni final: el rock en América Latina

Publicado en Acordes Modernos.

(Denisse Gotlib.) Hace un tiempo vi un vídeo sobre la historia del rock en inglés en el que entrevistaban a Keith Richards. Cuando se recordaba la influencia del blues en el rock, el músico dijo:

El blues siempre ha estado ahí, desde mucho antes de haber sido llamado ‘blues’. Es una línea de música, es una nota que resuena desde los inicios de la humanidad.*

Entendí que Richards estaba hablando de que eso a lo que llamamos blues excede al género musical, y más bien nombra a toda una forma de hacer y decir a través de la música, algo así como un híbrido entre grito y canto de vida; algo que expresa lo más íntimo del hombre, pero que a la vez habla de lo más político del hombre.

El blues, como género musical, surge a finales del siglo XIX y principios del XX en las orillas del río Mississippi, en la región sudeste de Estados Unidos, donde se obligaba a trabajar a las personas negras esclavizadas en los campos de algodón. Ahí, la música era un espacio de lucha, de protesta, de desahogo y, también, un espacio para hacer comunidad. Aunque, siguiendo a Richards, sepamos que el blues no empezó ahí, el momento que la historiografía señala como fundacional es un buen estandarte simbólico de lo que representa y aglutina el blues como género.

Pronto, los sonidos del blues, que incluían chillidos, manotazos, gritos y golpeteos, se popularizaron a lo largo de Estados Unidos y encontraron algunas rutas de ida y vuelta con Gran Bretaña, lo que contribuyó a que se consolidaran distintas ramificaciones del género. Para los años 60, una nueva generación de artistas influenciados por el blues, el country y el jazz, inaugurarían una nueva forma de hacer rock and roll, la cual puso énfasis en la necesidad de representar y hablar de (más bien gritar) lo que le ocurría a la gente en las ciudades -“traer las calles a las canciones”.

A finales de esos efervescentes años 60, Latinoamérica -que estaba siendo lastimada por una serie de dictaduras militares- se nutrió de aquellas nuevas olas de música poderosa y vibrante. Al poco tiempo de su llegada, el rock estadounidense y británico se combinaría con músicas de sustrato latinoamericano (las cuales a su vez se habían nutrido de infinidad de sustratos puestos en contacto a través de las migraciones de europeos, africanos y orientales), como el tango, el candombe, la cumbia, la salsa, el merengue y la nueva trova cubana.

Me interesa recalcar que, cuando se escuchó por primera vez el rock anglosajón en Latinoamérica, no llegó a un terreno árido e inerte, sino que fue bien recibido en tierras en donde la música popular, muchas veces como forma de resistencia, siempre había sido parte de la vida de las personas. Si traemos de nuevo a colación la cita de Keith Richards, no es que el rock, gran heredero del blues, fuera del todo nuevo en esta América, sino que era una nueva propuesta musical que se puso en comunicación con las formas que ya se habían experimentado aquí. Para muestra vale mencionar como ejemplo el caso del candombe, música muy influyente en la región del Río de la Plata, la cual se consolidó a partir de la llegada de negros africanos a la región. Era tanta la importancia del candombe como forma de convivencia y de resistencia, que estuvo prohibido por el gobierno durante el siglo XIX. Por supuesto que el candombe influiría al rock en aquella región sudamericana.

Esta breve recapitulación intenta recordarnos que el rock está vinculado con una tradición mucho más grande de música, así como que el rock no necesariamente es o no siempre ha sido una “expresión burguesa” y desconectada de procesos sociales, como algunos críticos de la música sostienen. También es importante pensar que, si bien las etiquetas de género pueden ser útiles para nombrar grandes bloques de ‘algos’, de vez en cuando es útil reconocer que esos ‘algos’ tampoco están tan separados. No por nada el cantautor chileno Víctor Jara decía en “Canto libre” algo muy similar a lo de Keith Richards:

Mi canto es una cadena
sin comienzo ni final
y en cada eslabón se encuentra
el canto de los demás.

 

*”The blues has always been there, way before it was ever called “the blues”. It’s a strand of music, it’s a note that resonates throughout the human race.”

Abraham Boba entre signos de admiración: biografía musical

Abraham Boba

Abraham Boba

Abraham Boba | Foto: Mariana L. Durand

Publicado en Acordes Modernos.

(Grecia Monroy, Denisse Gotlib y Mariana L. Durand). El nombre de Abraham Boba podrá referir, para algunos, a aquel sujeto de traje y cabello rizado que de un tiempo para acá acompaña a Nacho Vegas en sus giras; situado en un costado del escenario, interpretando el teclado o el acordeón. Para otros remite al cantante que junto con Luis Rodríguez fundó la banda de rock León Benavente. Esas dos facetas forman parte de una continuidad si pensamos que originariamente Abraham Boba es el alias de un español, nacido en Vigo, que lleva por nombre David Cobas Pereiro. Aunque pareciera que el propio Boba quiere dejar un halo de misterio sobre el origen del alias y comúnmente dice “haberlo olvidado”, algunas entrevistas revelan que su intención era “buscar una conexión entre lo clásico y lo moderno. Entre lo masculino y lo femenino [] Podría firmarlo como David Cobas, pero quería alejarme de mi proyecto anterior”, aseveración críptica que no aclara mucho. Tal vez la mejor explicación es que no hay explicación.

¿De qué proyectos anteriores es de los que quería distanciarse? En 1997, David Cobas grabó el disco Full-length portrait como parte del grupo de rock anglófono Tédium; luego formó el dúo de música instrumental Belmonde junto con Borja Flames, con quien grabó dos discos: Primer Acto (2001) y Viajeométrico (2003). El alias lo dio a conocer públicamente en 2007 y marcó la transición definitiva hacia el inicio de su carrera como solista. Posteriormente, comenzó a trabajar con Nacho Vegas, quien estaba buscando un tecladista para la grabación y gira de El Manifiesto Desastre.

Abraham Boba y Borja Flames

Abraham Boba y Borja Flames | Foto: Belmonde

Los discos de solista de Abraham tienen como protagonista al instrumento base con el que se siente más cómodo: el piano, casi siempre de cola o vertical, algunas veces eléctrico o el teclado eléctrico. Esta elección del piano y no la guitarra como base para la composición otorga al español un sonido característico. Los pianos son instrumentos de cuerdas, pero también de percusión. La vibración es diferente; el rango y el tipo de sonidos posibles también. Las notas graves del piano hacen armonía con la voz igualmente grave del músico y su fraseo casi siempre lento. Cuando las notas elegidas son de un registro más agudo, el contraste nos arroja de forma melancólica hacia sus historias de desamor. El uso ocasional de otro de sus instrumentos favoritos, el acordeón, es siempre preciso para agregar sustancia a la sensación de nostalgia.Tal vez lo anterior pueda explicar que la voz de Boba suene muy distinta en las canciones de León Benavente: el vigués la transforma para entrar en armonía y sintonía con los instrumentos con los que comparte protagonismo y para transmitir la intención de las canciones. El proyecto de los “leones” es efectivamente fiero y con expresión explosiva, mientras que el de Boba podría caracterizarse como arrojado hacia la narración fragmentada e intimista de experiencias de vida: la mudanza, las relaciones amorosas, las historias y personajes de lugares, la tristeza.

La tarjeta de presentación de David Cobas como Abraham Boba fueron cinco temas que envió a la disquera Limbo Starr —misma con la que grabó sus otros tres álbumes como solista—, y en una semana, con el apoyo de Michel Martín y David López, los estudios Cinearte de Madrid y sesiones solitarias en su propia casa, concluyó su primer disco homónimo Abraham Boba (2007). Así, logró concretar su interés personal por escribir canciones en un proyecto propio que pudiera prolongarse en el tiempo y avanzar (o concluir) junto con él.

Abraham Boba (2007)

Portada de Abraham Boba (2007)

Si la brevedad marcó el proceso de composición del disco, el momento de la escucha se define por una densidad encubierta: da la sensación de que uno está escuchando cosas fundamentales de un modo sencillo y absolutamente placentero. Las letras de Abraham Boba están marcadas por la rima, por la perfecta dicción y por algo que está a caballo entre la narración y la descripción, más que la metáfora —aunque la haya. Las 11 canciones de su primer disco oscilan entre el des-amor, la duda vital, la postura ideológica, los viajes e incluso encuentros con personajes misteriosos y extraños “artilugios.” Hay canciones en este álbum que recurren a alegorías lingüísticas y literarias que atraviesan el texto entero: “Signos de admiración”, “La marque” y “Jornadas cabalísticas” son ejemplo de esto. A veces, el recurso alegórico se conjunta con una narración circular, como en “Turista feliz”. Otras veces, las letras son más como declaraciones, ya sea en el tono despectivo de “Las masas” o la efímera esperanza de “Canción para un final”. Todas las piezas, eso sí, tienen la precisa dosis de convicción que se requiere para hacer nacer y vivir una canción.

La vida cotidiana es una constante temática en sus canciones, lo cual obedece al interés que él mismo ha expresado de que sus receptores tengan los medios para sentirse identificados con sus letras. En su siguiente álbum, La educación (2008), esto se pone aún más de manifiesto. En contraste con su primer disco, en éste incluye guitarras y melodías propias del jazz que acompañan la expresión de ciertas ideas sobre la educación que recibimos desde niños y la manera en que eso influye en las decisiones que hemos de tomar en el resto de nuestra vida. Las letras nos conducen en el camino de una vida, que bien podría ser la de todos. Pasamos frente a imágenes del pasado y del presente, de recuerdos y de sueños, y exaltamos: “el tiempo ha empezado a correr / esto es lo que has elegido / y no puedes cambiarlo otra vez” (“Juan y la defensa”). A pesar de posicionarnos ante las elecciones tomadas y los errores inmutables, en ocasiones se cuela una voz esperanzada que a pesar del frío permanece expectante: “todo un invierno esperando a que el verano se despierte y nos vuelva a calentar” (“Frío”). Y si enfrentarse a la propia vida implica, a su vez, enfrentarse a la muerte, nos cobijamos en las posibilidades de trascender en la memoria de los otros, y así “ahora escribo un boletín / ahora escribo el boletín / para que… / te acuerdes de mí” (“Boletín de la montaña”).

Portada de La Educación (2008)

Portada de La Educación (2008)

En este disco, Abraham retoma el método de creación musical en directo, es decir, evita el uso fragmentado de pistas, sobre lo cual el vigués opina que no ha favorecido a la música. Aquel modo permite que los músicos toquen juntos y a la vez, o por secciones, recuperando las implicaciones espacio temporales de la grabación, en conjunto, de una pieza musical. Abraham Boba, obseso del sonido, es particularmente afecto a este método. Se trata de conceder a cada instrumento un lugar propio, pero que la pieza final se perciba como un todo.

Estos intereses trascienden la creación e interpretación musical, es decir, el cantautor se involucra en más de uno de los procesos de la grabación; ocurre la metamorfosis de la inclinación primaria que era, en esencia, un proyecto personal. Su siguiente disco, Los días desierto (2011) fue producido por el mismo Abraham; sin embargo, coherente con la transformación mencionada, se nota la inclusión de la experiencia colectiva. Desde las grabaciones con Tédium y Belmonde y sus primeros discos de 2007 y 2008 trabajó junto con los ya mencionados David López y Michel Martín; de su experiencia con Nacho Vegas, afirma, mejoró su técnica en el piano y pudo dar cuenta de cómo tiene que sonar una banda en directo; y, específicamente, para Los días desierto, contó con la colaboración de sus futuros compañeros de León Benavente: César Verdú, en las percusiones, la grabación y la mezcla, y Edu Baos en la grabación.

Portada de Los días desierto (2011)

Portada de Los días desierto (2011)

Muchas de las letras de Los días desierto dan la sensación de estar escuchando conversaciones: con otras personas o con uno mismo. Al respecto de “Basura madura”, el mismo Abraham Boba dijo que la idea había surgido de una charla con una amiga. Pero en otras canciones también se percibe esto: los encuentros casuales y la conversación sostienen la narración de “Así se vive aquí” y el diálogo con otro es lo que marca el tono tanto de “Podría haber sido peor” como de “El hombre perdido”. Las canciones de ese disco no son tristes ni nostálgicas, más bien portan un ácido optimismo: “Hagamos otra canción de amor / para gente tan ingenua como yo” o “Podrías dedicar un minuto de tu tiempo / a pensar que a lo mejor / podría haber sido peor” o “No me afectan los insultos / y mucho menos la actualidad / Hoy me siento como en Hollywood” o “Una llamada en medio del baño: / cosas que duelen y no hacen daño” y así podríamos seguir

El año 2014 contiene dos hechos que nos ayudan a concluir este recuento de la vida musical de Abraham Boba. Uno de ellos es que publicó su, hasta ahora, último disco como solista, Podría haber sido peor, el cual es una recopilación de algunas canciones de los tres discos anteriores. El otro es que dio a luz el primer disco con su recién formada banda León Benavente.

Pese a que Abraham Boba, a estas alturas, tiene ya un lugar indiscutible en la escena musical actual, sus discos en solitario aún no gozan del reconocimiento que se esperaría de una propuesta como la suya. Muy diversos y poco usuales escenarios han tenido la fortuna de recibir su voz en directo, por ahora, sólo en Europa: desde un concierto en Radio 3 para presentar uno de sus discos, hasta un par de rolas en un café, en una tienda de música, en salas de espera de hoteles, incluso en la casa de algún conocido. Los que ya estamos más que enganchados con sus discos en solitario, nos conformamos con escucharlo así y seguirlo en sus otros proyectos. Sin embargo, tenemos razones para esperar algo más; por ejemplo, que algún día ofrezca en Latinoamérica un concierto con su repertorio personal. Mientras tanto, cantamos junto con él: “Tenías tus razones para esperar algo más / fue un sueño pero pudo ser real”.

Abraham Boba con León Benavente en la ciudad de México| Foto: Mariana L. Duran

Abraham Boba con León Benavente en la ciudad de México en octubre de 2015 | Foto: Mariana L. Durand

(Pseudo) índice de los podcasts de Olallo Rubio

Para todos los Betornillos que andan por ahí, nostálgicos e insistentes, preguntando a otros Betornillos “¿te acuerdas en cuál podcast es cuando?”, es que está hecho este pseudo-índice de las cinco temporadas del podcast de Olallo Rubio. Digo que es un pseudo-índice porque no es pormenorizado: la mayoría de los podcast no trata un único tema ni cuenta una sola historia, y yo sólo elegí lo más “representativo” para identificar y enlistar el episodio. Espero, sin embargo, que sea útil para quiénes anden en búsqueda de algún programa perdido o para quiénes quieran echarle ojo a la variedad de asuntos que Olallo Rubio trató en este proyecto.

Mexico, D.F (27/03/2014).- Olallo Rubio en la alfombra roja de la Pelicula Ilusion Nacional en Cinepolis Universidad. PHOTOAMC

Temporada 1

T1.P1 Sobre el podcast, parte 1.
T1.P2 Sobre el podcast, parte 2.
T1.P3 H.E.L.L., que por sus siglas en castellano es Hombre En LLamas
T1.P4 El radio en México y el “ardor de cola”. Aparece el Mini-me de Olallo.
T1.P5 El Canal 5. La prostitución y drogas legales.
T1.P6 La Navidad y Santa Claus.
T1.P7 Los 7 pecados capitales. La gula y lo que comemos.
T1.P8 “La alianza por el cambio del sistema.” Confusión de viaje en el tiempo, por lo que no hay podcast 9.
T1.P10 Sobre Vicente Fox y su “Comes y te vas”.
T1.P11 Primera aparición de Betornillo. El CCC toma el podcast.
T1.P12 Wal-Mart: “La bestia insaciable“. El EZLN y los “frezapatistas”.
T1.P13 Lista de desórdenes de personalidad de las mujeres.
T1.P14 Tony Higgins.
T1.P14-2 Tony Higgins en Acapulco. Olallo en Filipinas.
T1.P15 Adicciones. La marihuana y el tabaquismo.
T1.P16 El Godcast.
T1.P17 El manual del podescucha. El Hatecast. Primera aparición de la mamá de Betornillo.
T1.P18 Primer especial de solos de guitarra.
T1.P19 El mal viaje musical del Profesor. La historia de Betornillo.
T1.P20 El Argentino se enamora. Viajes entre dimensiones.
T1.P21 La ley Televisa. Sobre el podcast. Sobre Radioactivo. La verdad sobre el podcast según el Argentino.
T1.P22 Segundo podcast de solos de guitarras. El profesor se pone mala copa.
T1.P22.1 Apocalíptica destrucción del podcast, parte 1.
T1.P22.2 Apocalíptica destrucción del podcast, parte 2.
T1.P22.3 Apocalíptica destrucción del podcast, parte 3.
T1.P22.4 Apocalíptica destrucción del podcast, parte 4.
T1.P25 El día después de la apocalíptica destrucción del podcast. Opiniones de los podescuchas en línea directa. Sobre las votaciones, el EZLN y Atenco.
T1.P26 Sobre Atenco.
T1.P27 Sobre el hermano desconocido de Betornillo: Lalombriz.
T1.P28 Más de “Tu rock es votar”.

Temporada 2

T2.P1 El escenario después de la selecciones de 2012. La primera aparición de Bob Nazif.
T2.P2 Los fans de Adal Ramones hacen un plantón de protesta en la mente de Olallo.
T2.P3 Olallo se va con Bob Nazif a un isla donde sólo hay mujeres.
T2.P4 Los 10 mandamientos del podcast.
T2.P5 Sobre la corrupta glesia católica y la pedofilia.
T2.P6 Los argentinos toman el podcast.
T2.P7 La masturbación.
T2.P8 El EZLN y un discurso de Marcos.
T2.P9 Alejandro Jodorowsky y sus Evangelios para sanar.
T2.P10 El podcast latino.
T2.P11 El déjà vu.
T2.P12 El plan de gobierno de “Pipo” Calderón.
T2.P13 El reglamento para salir con una chava.
T2.P14 Sobre el gobierno de Felipe Calderón.
T2.P15 Olallo y Betornillo se dan cuenta de que Betornillo “no existe”. “Me vale pija”.
T2.P16 Podcast navideño. Primeros asomos de ¿Y tú cuánto cuestas?

Programas especiales de ¿Y tú cuánto cuestas?

¿YTCC? Llamada de Betornillo para preguntar qué onda con la película.
Programa especial 1.
Programa especial 2.

Temporada 3

Teaser (temporada 3). Llamada de Betornillo preguntando por la tercera temporada.
T3.P1 Sobre el “mito” del calentamiento global.
T3.P2 Tony Higgins mata a Olallo. Reaparece El Profesor. Primera aparición del Web Master.
T3.P3 El síndrome Fémina Manipulatore (FM) de Olallo con su novia Ale.
T3.P4 La secta secreta de los Supremati.
T3.P4.5 Olallo se sigue quejando del final del podcast anterior.
T3.P5 Sobre el supuesto antiamericanismo del podcast y de ¿Y tú cuánto cuestas?
T3.P6 Notipodcast. “Este podcast continuará”
T3.P7 Van en búsqueda de Higgins a Corea del Sur. Aparece Robo-Higgins.
T3.P8 Alejandro Jodorowsky y el cine.
T3.P9 El secreto. Otra apocalíptica destrucción del podcast, primera parte.
T3.P9.1 La apocalíptica destrucción del podcast, segunda parte.
T3.P9.2 La apocalíptica destrucción del podcast, tercera parte. Más sobre Al Gore.
T3.P¿274? Viajes en el tiempo
T3.P11 El Profesor droga al Webmaster.
T3.P12 Tercer podcast de solos de guitarra.
T3.P13 Ale y Olallo intercambian de cuerpos.
T3.P14 Sobre San Salvador Atenco y los medios de comunicación.
T3.P15 El podcast del arte. (También mensajes de voz de los podescuchas inconformes).
T3.P16 La juventud de hoy y la sobre exposición mediática.
T3.P17 Viaje a Cuba, parte 1.
T3.P18 Viaje a Cuba, parte 2.
T3.P19 El año 2008, la crisis en Estados Unidos y el dinero.
T3.P20 El último episodio de la tercera temporada. Aparece Néstor, el fan from hell de Betornillo.

Temporada 4

T4.P1 Sobre This is not a movie.
T4.P2 El podcast de Betornillo. Todos en el podcast están patrocinados.
T4.P3 Continuación (indirecta) del anterior. Soulcast, sobre las religiones del mundo. Olallo se une a la iglesia maradoniana. Betornillo y su mamá viajan a Sudáfrica y llegan al Sector 9.
T4.P4 Continuación del anterior. Betornillo y su mamá hacen un trato con los aliens del Sector 9. “Este podcast continuará.”
T4.P5 Continuación del anterior. Betornillo recibe una lección para dejar de ser racista.
T4.P6 Sobre Islandia o Hielolandia. Aldous Huxley y “la idolatría.”
T4.P7 Cuarto podcast de solos de guitarra.
T4.P8 Sobre analfabetismo, pobreza, hambre, obesidad, desnutrición. Sobre el negocio de la guerra.
T4.P9 Los diferentes tipos de (eternos) hombres “adolescentes”.
T4.P10 La historia del heavy metal, primera parte.
T4.P11 La historia del heavy metal, segunda parte.
T4.P12 La música contra el miedo.
T4.P13 El podcast del Sol, o sea, de Luis Miguel.
T4.P14 Podcast de los soundtracks de las películas de vaqueros.
T4.P15 ¿Qué es un hipster? Parte 1.
T4.P16 ¿Qué es un hipster? Parte 2.
T4.P17 Sobre ironía, sátira y albur.
T4.P18 ¿Qué es un hipster? Parte 3.
T4.P19 Programa especial sobre This is not a movie, parte 1.
T4.P20 Programa especial sobre This is not a movie, parte 2.
T4.P21 Último podcast de la cuarta temporada. Entrevista a Salvador Dalí.

Temporada 5

T5.P1 Anonymous toma el podcast, parte 1.
T5.P2 Anonymous toma el podcast, parte 2.
T5.P3 La República del Amor, parte 1.
T5.P4 Los jóvenes en México.
T5.P5 El Amo del Merol se roba la Navidad, parte 1.
T5.P6 El Amo del Merol se roba la Navidad, parte 2.
T5.P7 Sobre el PRI, parte 1.
T5.P8 Sobre el PRI, parte 2.
T5.P9 Sobre el PRI, parte 3. Las 10 estrategias de manipulación mediática según Noam Chomsky.
T5.P10 Sobre las leyes SOPA y PIPA.
T5.P11 Podcast de solos de guitarra, volumen 5.
T5.P12 Se anuncia Gimme the power.
T5.P13 Un artículo de Javier Sicilia sobre el regreso del PRI.
T5.P14 Sobre Gimme the power y sobre los movimientos sociales del 2012.
T5.P15 Los movimientos sociales en México.
T5.P16 Sobre el regreso del PRI a la presidencia de México.
T5.P17 Podcast sobre la música de películas de gángsters.
T5.P18 La (falsa) despedida de soltero de Olallo.
T5.P29 Sobre los mecanismos de medición y control de las audiencias.
T5.P20 Especial sobre el bajo eléctrico en el rock.

Fuera de temporada

Podcast sobre Ayotzinapa.

T. Rex y Soda Stereo, dos formas de usar su cabeza como un revólver

Gustavo Cerati y Marc Bolan | Archivo

Publicado en Acordes Modernos.

(Denisse GotlibT. Rex fue una banda inglesa fundada en 1967 por Marc Bolan. Al poco tiempo de su creación, se distanció de la mayor tendencia de la década: el rock psicodélico —pensemos en Jimi Hendrix— e inaguró una nueva corriente: el glam rock —del cual se nutriría David Bowie. Quizás su canción más conocida es “Children of the revolution”, incluida en el disco Tanx (1973).

Por otro lado, la banda argentina Soda Stereo, compuesta por Gustavo Cerati, Héctor “Zeta” Bosio y Charly Alberti, nació en 1982. Como en el caso de otros  grupos de rock de la época,  muchas de sus influencias venían de grupos anglófonos. Sin embargo, con el correr de los años, se convertiría en un referente clave de la nueva generación de rock argentino y latinoamericano.

En 1995, Soda Stereo saca a la luz Sueño stereo, álbum que contiene “Ella usó mi cabeza como un revólver”. En esta canción se puede escuchar el guiño que su letrista, Gustavo Cerati, hace a la canción compuesta por Marc Bolan 24 años antes, “Planet queen”. La canción del argentino dice:

Ella usó mi cabeza como un revólver,

e incendio mi conciencia con sus demonios.

Me vi llegando tarde tarde a todo,

después de un baño cerebral,

estaba listo para ser amado,

pasa el tiempo

y ahora creo que el vacío es un lugar normal.

Ella usó mi cabeza como un revólver.

No creerías las cosas que he hecho por ella,

cobardemente sí,

pero sin vergüenza,

era una piedra en el agua, seca por dentro,

así se siente cuando la verdad es la palabra sometida,

fui tan dócil como un guante y tan sincero como pude,

y ella usó mi cabeza como un revólver.

No creerías las cosas que he hecho por ella.

Mientras que la de T. Rex versa:

The planet queen perchance to dream

She used my head like an exploder

The planet queen

The worlds the same I am to blame

She used my head like a revolver

The world’s the same

Well it’s all right

Love is what she want

Flying saucer take me away

Give me your daughter

Well it’s all right

Love is what she want

Flying saucer take me away

Give me your daughter

Dragon head machine of lead

Cadillac king dancer in the midnight

Dragon head

The planet queen perchance to dream

[…]

En “Ella usó mi cabeza como un revólver”, Cerati inserta una traducción literal del quinto verso de la canción de T. Rex, “she used my head like a revolver“, y lo convierte en el verso central de su canción. Asimismo, el verso que da nombre a la canción de Bolan, “the planet queen” —“la reina del planeta”—, parece tener relación con la idea que nos sugiere “no creerías las cosas que he hecho por ella”: una mujer que comanda al personaje de la canción de Cerati.

A pesar de las relaciones que ambas canciones mantienen, no se puede negar la originalidad de “Ella usó mi cabeza como un revólver”. La intertextualidad aquí presente muestra que los versos se sostienen por el universo que los rodea, lo que hace que cada canción sea completamente distinta: en un primer momento, el verso prestado, cuando se traduce, renace. En un segundo momento, el lugar en el que se coloca  y las palabras que le preceden y proceden consiguen también la transformación del significado —su completa resignificación. Ni hablar de la música y de la interpretación.

Rastrear brevemente el préstamo de Cerati ayuda a comprender mejor los ‘ires’ y ‘venires’ de las composiciones —las influencias—, y también permite mostrar cómo la intertextualidad y la resignificación son prácticas de las que, afortunadamente, nadie se salva.

Michael Waldrep, “Comprendiendo el significado de «sentido de lugar»” (traducción)

Ésta es la primera de una serie de traducciones que haré, con autorización del autor, de los textos para el blog de National Geographic que escribió Michael Waldrep, quien estuvo en México en el año 2014 —becado por National Geographic y Fullbright— para realizar una investigación y registro en medios digitales del Distrito Federal y sus zonas metropolitanas.

Me encontré con el trabajo de Michael mientras miraba en Instagram las fotos que habían sido tomadas en la misma ubicación en la que yo estaba: el cerro Ehécatl, que está en San Cristóbal, Ecatepec, donde vivo. De ahí, di con su blog y su página web en construcción. Leer lo que Michael había escrito sobre su experiencia aquí en México y la manera en que esto se cruzaba con una reflexión más amplia sobre el desarrollo urbano contemporáneo, fue estimulante: estos son temas que me han interesado tanto a nivel intelectual como vital y práctico a lo largo de los años que he vivido en Ecatepec, conocido otras zonas metropolitanas del D.F., viajado cotidianamente de la «ciudad central» a las periferias e incluso visitado otras ciudades del mundo.

Más de una vez he sentido que, al intentar explicar cómo se vive aquí, termino haciendo una apología de lo indefendible y de lo que no «debería ser» (el caos, el desorden, la precariedad, la incomodidad, el crimen, etc.). Por eso, las reflexiones de Michael me resultaron tan valiosas, pues me recordaron que, a veces, la mera descripción subjetivada (no pretendidamente «objetiva» por estar basada en estadísticas o datos duros) de las circunstancias es un modo crítico de aproximarse a ellas y de revelar parte de su misterio y de su radical originalidad. Pienso, además, que su perspectiva, inevitablemente comparativa dado que él proviene de otro lugar, no está basada en una valoración previa sobre cómo «deben» ser las ciudades, sino que más bien le permitió dar cuenta del «proceso» particular por el que están pasando estos lugares y que implica, en cierto modo, la re-formulación del concepto de ciudad.

Así pues, aquí va la primera de la que espero sea una serie de traducciones de las entradas del blog que Michael Waldrep publicó durante su estancia en México.

Ecatepec | Michael Waldrep

Ecatepec | Michael Waldrep

Original: Michael Waldrep, “Understanding the Meaning of Sense of Place” (publicado por Michael Waldrep en Fulbright-National Geographic Stories el 14 de octubre de 2014).

Traducción: Grecia Monroy Sánchez (1 de 17)

Michael Waldrep

Comprendiendo el significado de sentido de lugar

Ciudad de México. Crecí en Los Ángeles, una ciudad de casi 4 millones de habitantes ubicada en un área urbana que cubre gran parte del sur de California y que tiene, dependiendo de cómo se mida, aproximadamente entre 12 y 18 millones de habitantes. Específicamente, pasé gran parte de mi infancia en el valle de San Fernando, en un área suburbana en las estribaciones de las aún vírgenes colinas de Santa Susana, las cuales marcan las fronteras entre la ciudad y el condado de Los Ángeles. Aunque pasé mis días a treinta millas del centro histórico y financiero de la ciudad, no tuve problema en pensar en mí mismo como un “angelino”, incluso si muy raramente viera el letrero de Hollywood o los altos edificios del centro.

Ha pasado más de una década y desde entonces he vivido en algunas cuantas ciudades en ambas costas de los Estados Unidos y he hecho dos carreras universitarias en las que pude dar rienda suelta a mis pasiones —todas nacidas en Los Ángeles— por las artes visuales, por los viajes y por tratar de entender las ciudades. Por alguna razón, este último interés lo puedo explicar menos fácilmente que los demás, incluso después de haber hecho una maestría en planeación urbana. Una vez aclarado eso, creo que al cruzar ciudades, ya sea a pie, en bicicleta, en autobús o en coche, uno puede leer en lo que ve y escucha la historia entera de ese lugar. Su historia, tanto en términos naturales como de construcción, es una colección de las historias de su gente, sus políticas, sus costumbres, sus deseos.

Esto requiere algo de imaginación y frecuentemente resulta algo errado o superficial, pero con un poco de práctica, ese sentido de lugar, que me gusta pensar que todos sentimos cuando caminamos por una calle conocida después de algunos años o cuando subimos por primera vez las escaleras de una nueva estación del metro, realmente adquiere significado. Esa sensación es una historia que nos contamos a nosotros mismos sobre la ciudad y nuestra relación con ella; y quizás también es una historia que nos leemos silenciosamente mientras estamos de paso por ahí.

Por supuesto, esto es más difícil cuando la ciudad te habla en un lenguaje que no es el tuyo. Estando aquí en la ciudad de México no me refiero solamente al español —con el cual hasta ahora siento que comienzo a hacer ‘clic’ después de varios años de estudio— o incluso a la forma de hablar chilanga que condimenta las conversaciones que escucho. Me refiero también a que la ciudad y sus partes están formadas y nombradas por una historia rica, inmensa y casi completamente extraña.

No es sólo que actualmente la ciudad se ve muy diferente que cualquier ciudad de los Estados Unidos, sino que operan en diferentes escalas. Mientras que una “casa vieja” en Los Ángeles puede ser del año 1900, muchos de los departamentos habitados en la ciudad de México datan del siglo XVII. Mientras mi alma mater, mi universidad estatal, recibía a 25,000 estudiantes, la universidad local más grande de aquí tiene inscritos cerca de 200,000.

Amalgamiento de vecindarios

En todo caso, un sitio que tiene entre 8 y 25 millones de habitantes, dependiendo de dónde se dibujen los límites de la ciudad, debe necesariamente ser un amalgamiento de barrios y características heterogéneas. Tomado todo en conjunto, o incluso sólo hablando de los lugares que he visto, la ciudad de México se me figura como tres partes de Los Ángeles, tres partes de Nueva York y quizás once partes de algo que es completamente diferente a las ciudades que conozco.

Pasaré 9 meses en la ciudad de México, estudiando sus historias y, específicamente, las de las zonas urbanas que la envuelven. Es cierto que la ciudad tiene su centro histórico y sus encantadores bulevares de estilo europeo. Pero más allá de su fronteras estrictas, la línea que divide al Distrito Federal del Estado de México —una ciudad del siglo XXI, al mismo tiempo típica del desarrollo global y única por las especificidades de México— está siendo erigida. Esto incluye a los enormes distritos de concreto de Ciudad Neza (1.1. millones de personas, o lo equivalente a dos veces Boston) y Ecatepec (1.6 millones de habitantes, o más que Filadelfia). Estos asentamientos informales ocupan un lugar importante en la imagen mental que se tiene de los expandidos bordes de la ciudad de México.

Recorriendo la misma distancia desde el centro de la ciudad, puedes fácilmente terminar tanto en Ecatepec como en las unidades de clase media, estilo americano, de Cuautitlán, o en los herméticos barrios opulentos de Interlomas, o en la grandeza natural del Ajusco. La diversidad de la periferia es tan sorprendente como fundamental para la comprensión de la ciudad y sus regiones.

Las lecciones de la ciudad de México

A través de video, fotografía, mapeo y escritura, estaré haciendo una amplia cobertura de estos lugares, así como un análisis a fondo, basándome en las experiencias de los residentes de algunos lugares clave. La idea, básicamente, es comunicar un sentido de este lugar, así como recoger algunas de las lecciones que la ciudad de México puede aprender de su propio desarrollo y que a las ciudades de todo el mundo —especialmente Estados Unidos, en donde la expansión urbana es un factor fundamental del desarrollo contemporáneo— también les pueden servir.

A lo largo de mi estancia en México, como miembro del primer grupo de becarios de Narración Digital de Fullbright y National Geographic, estaré publicando mis avances regularmente en mi blog, así como compartiendo mi trabajo. Esto lo podrás ver en mi Instagram, @michaelwaldrep, donde subiré diariamente fotos de mi experiencia. Es un gran honor estar aquí y haber sido favorecido con los medios para emprender este trabajo. Así que espero que me sigan este proceso y vayan respondiendo a lo que vean y lean.

Enrique Bunbury y su estela de coincidencias literarias: 5 canciones

BUNBURY-LEYENDO

Publicado en Acordes Modernos.

(Grecia Monroy) Cuando tenía 18 años, me hice el propósito de que, en algún momento de mi vida, haría algo así como una edición crítica de las canciones de Enrique Bunbury. Eso ocurría en las vísperas de que saliera el Hellville de luxe (2008). En ese entonces, la teoría literaria que iba aprendiendo en la licenciatura en Letras me permitió ponerle nombre a mis intuiciones sobre las relaciones de Bunbury con la literatura: intertextualidad. Además, con renovados ojos “bibliográficos” iba encontrando a Bunbury en mis lecturas. Mientras eso pasaba, hubo una polémica porque algunas personas dijeron que Bunbury había plagiado porque había incluido algunos versos de un poema en su canción “El hombre delgado que no flaqueará jamás”. El problema me pareció mitad penoso y mitad absurdo. Para mí, el asunto se resolvía en intertextualidad y en que las palabras no son sólo su significado, si no también su lugar: si sacas una frase de su contexto original y la pones en otro, ya es otra frase. Sobre esto habría mucho más que decir, pero creo que el tema se volvería más interesante si nos preguntáramos por el lugar que tiene la intertextualidad en la historia de la música popular contemporánea, en la que el rock tiene su lugar de honor. No es que la literatura sea la única fuente de las canciones de rock, pero sin duda es una de ellas y esto se puede ver no sólo en Bunbury, sino en muchas otras figuras.

Así pues, mientras llega —si es que llega— el momento de realizar mi proyecto editorial, dejaré solamente algunas notas de mis coincidencias favoritas entre las canciones de Bunbury y la literatura.

“Deshacer el mundo”
En esta canción de la época de Héroes del Silencio, y que Bunbury ha retomado en el setlist de sus últimos conciertos, la intertextualidad implica el paso de un fragmento de un texto narrativo, en prosa, a una canción. Se trata del libro Una realidad aparte. Nuevas conversaciones con don Juan de Carlos Castañeda, el cual es el segundo volumen de la serie que Castañeda dedicó a narrar su experiencia de aprendizaje con el indio yaqui Juan Matus. El fragmento que Bunbury recuperó para dar título a su canción y verso a su estribillo corresponde a uno de los diálogos entre don Juan y Carlos, en el que el primero está tratando de hacerle entender al segundo la fragilidad de los modelos de realidad que rigen su vida:

El mundo es así-y-así o así-y-asá sólo porque nos decimos a nosotros mismos que ésa es su forma. Si dejamos de decirnos que el mundo es así-y-asá, el mundo deja de ser así-y-asá. En este momento no creo que estés listo para un golpe tan enorme; por eso debes empezar despacio a deshacer el mundo.

Bunbury retoma la última parte de ese consejo y lo reubica con otros versos:

Te he dicho que no mires atrás
porque el cielo no es tuyo
y hay que empezar despacio
a deshacer el mundo.

“El anzuelo”
El posible intertexto de esta canción de El viaje a ninguna parte es una hipótesis que, si tuviera oportunidad de hacerle una sola pregunta a Bunbury, podría corroborar o no. Sin embargo, por ahora lo que tengo para sostenerla son algunas herramientas literarias. Existe un texto titulado «Sátira a las cosas que pasan en el Pirú, año de 1598», que fue escrito por un criollo peruano llamado Mateo Rosas de Oquendo y el cual es un largo texto en verso cuyo fin es señalar los vicios y conductas reprobables del siglo XVI americano. Grandes fragmentos del texto presentan enumeraciones anafóricas, es decir, de versos encabezados todos por la misma palabra:

¡Qué de cantos de sirenas,
qué de incautos navegantes,
qué de Caripdis y Zilas,
qué de flotas, anegarse!

Esta forma anafórica recuerda lo que sucede en la canción de Bunbury:

Este vano correr tras lo imposible
Este mapa de incauto navegante
Este vivir un rato para morir más tiempo
Para al final morder el anzuelo y caer en la trampa.

Obviamente, los versos anafóricos no son exclusivos del texto de Rosas de Oquendo, sino propios de la práctica poética en general. Por lo que, si este argumento meramente formal es insuficiente, también hay una serie de coincidencias léxicas que nos ponen a sospechar. A lo largo de los versos de la canción, podemos ver frases como «incauto navegante», «pies sin escarpines» y «canto de sirena», cuya aparición me niego a creer que sean coincidencia absoluta y arbitraria. Prefiero pensar que, en alguno de sus largos viajes por América Latina, Bunbury tuvo en sus manos un ejemplar de ese texto

“El aragonés errante”
También de El viaje a ninguna parte y también dialogando con la estela de la literatura latinoamericana tenemos unos versos de “El aragonés errante”. En este caso, el intertexto es con un verso del gran Rubén Darío que, por cierto, también sirvió para darle título a una antología poética que vio la luz al poco tiempo de su muerte, en 1916: Y una sed de ilusiones infinita. El poema en el que este verso aparece es el número I de Cantos de vida y esperanza, texto en primera persona, de tono confesional, en el que la voz poética da algunos rasgos de sí misma:

El dueño fui de mi jardín de sueño,
lleno de rosas y de cisnes vagos;
el dueño de las tórtolas, el dueño
de góndolas y liras en los lagos;

y muy siglo diez y ocho y muy antiguo
y muy moderno; audaz, cosmopolita;
con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,
y una sed de ilusiones infinitas.

“Aquí”
Damos un salto ahora a la canción que cierra el Hellville de luxe, la cual tiene relaciones de intertextualidad no sólo con un texto, sino con dos del mismo autor: un par de poemas del argentino Juan Gelman. Los versos que Bunbury recupera son metáforas de alta densidad. Por eso, colocados en el canto amoroso que es “Aquí”, no pierden fuerza, sino que, literalmente, resituados mediante la deixis de la palabra «aquí», hablan desde y sobre otro lugar. El primero de los versos es lo que Bunbury canta como «Aquí, como un inválido en el desierto» y que Gelman escribió como “Estoy sentado como un inválido en el desierto de mi deseo de ti” en uno de sus primeros poemas, sin título, del año 1956, y que salió publicado en Violín y otras cuestiones. El segundo de los versos aparece en la canción como «Aquí, los que vencimos con nuestra derrota» y en Gelman como “[…] a conocer a los más bellos / los que vencieron con su derrota”, palabras que corresponden a su poema “Héroes”, compilado en Cólera buey del año 1971.

“Nostalgias imperiales”
Finalmente, hablaremos del título de una de las canciones del último disco de estudio de Bunbury, Palosanto: “Nostalgias imperiales”. El título de esta pieza y la frase que forma parte de su estribillo nos remite a uno de los versos del poeta peruano César Vallejo en sus famosos Heraldos negros, de 1918. De hecho, “Nostalgias imperiales” da nombre a una de las secciones en las que está dividida esta obra y los versos en los que aparece son:

En los paisajes de Mansiche labra
imperiales nostalgias el crepúsculo;
y lábrase la raza en mi palabra,
como estrella de sangre a flor de músculo.

Ya que estamos con Vallejo y, como decimos en México, como “pilón” a esta entrada, cabe mencionar que el título de “Dos clavos a mis alas”, canción recién estrenada en el Unplugged  de Bunbury, hace resonar un verso del poema “Nervazón de angustia”:

Dulce hebrea, desclava mi tránsito de arcilla;
desclava mi tensión nerviosa y mi dolor
Desclava, amada eterna, mi largo afán y los
dos clavos de mis alas y el clavo de mi amor!

Con esto cerramos esta brevísima aproximación a la estela de coincidencias literarias que dibujan las canciones de Enrique Bunbury. La intertextualidad precisa que quien la practica tenga algo de coleccionista y algo de mago. Me parece que estas son dos características que Bunbury posee y que se pueden rastrear muy bien en las figuras de la historia del rock de todos los tiempos.