(Grecia Monroy.) Mi amiga Silvana y yo usábamos el tiempo del regreso desde la universidad (en el sur de la Ciudad de México) a nuestras casas en Ecatepec de Morelos (al norte del norte de esa misma ciudad) para platicar de muchas cosas, lo cual incluía hablar del traslado y de la experiencia misma de vivir en Ecatepec. Era interesante hablar de eso teniendo como fondo las reflexiones que habíamos visto en nuestras respectivas clases, enraizadas en discusiones de humanidades y ciencias sociales. Muchas veces concluíamos que todo eso resultaba insuficiente y que lo que se necesitaban eran acciones concretas. Pensábamos en el caso específico del jardín de niños en el que trabaja mi mamá como maestra; ese espacio en Xalostoc, una zona industrial de Ecatepec, era una especie de síntesis de los problemas que luego podrían hacerse extensivos a todo el municipio.
El jardín de niños “Xochipilli” se volvió entonces un lugar para ensayar algunas acciones que tenían la intención de beneficiar a esa comunidad. Nosotras no teníamos experiencia al respecto, por lo que estas acciones se basaban más que nada en la intuición, en las ganas de hacer algo y en el apoyo desinteresado de otras personas. Hicimos un taller de respiración y meditación, una donación de calcetines y dulces a los niños, y un taller de guía de lectura para padres de familia.
Ninguna acción parece jamás suficiente, pero en todo caso hacer esas cosas nos dejó ir conociendo un poco mejor la comunidad del jardín. Al mismo tiempo, personalmente me fui interesando en pensar cómo Ecatepec, pese a sus particularidades, era una más de muchas periferias urbanas que, a contrapelo de su nombre, son el centro primordial del desarrollo urbano actual. Fui encontrando geniales trabajos de otras personas que estaban pensando y representando esto: fotografías (como las de Michael Waldrep, cuyas textos traducidos se pueden encontrar aquí), o las de León Muñoz Santini…), crónicas (como el espléndido trabajo de Emiliano Ruiz Parra…), cuentos (como aquel de Paco Ignacio Taibo II…), ilustraciones (el brillante trabajo del artista gráfico José Fabián Estrada alias Perro…).
Como comenté en otra entrada, en el año 2017 tuve la oportunidad de detenerme a pensar y escribir al respecto de Ecatepec en mi trabajo de tesis de maestría, en cual partí de la pregunta sobre cómo se representan las periferias urbanas actualmente, enfocándome en el caso de Ecatepec; hice también una versión abreviada de este trabajo en forma de artículo. Esta investigación la fui desarrollando casi paralelamente a otro proyecto: un taller de reflexión e intervención artística en el ya mencionado jardín de niños “Xochipilli”.
Esto último surgió a partir de que supe que estaba abierta la convocatoria del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMyC) en su emisión de 2017. La convocatoria estaba dirigida «A grupos interesados en recibir apoyo económico para desarrollar un proyecto cultural comunitario que fortalezca la identidad, la diversidad cultural y los procesos culturales de sus comunidades, en los espacios geográficos y simbólicos donde se desarrollan.» Parecía indicar a la letra lo que andábamos buscando. Con de mis mejores amigas, Silvana y Denisse, nos pusimos manos a la obra para plantear el proyecto y, aunque con algún retraso, meses después nos informaron que habíamos sido beneficiadas del apoyo.
Nuestro proyecto lo titulamos «Identidad comunitaria mediante la acción cultural: hacer la historia e imaginar lo que puede ser» y consistíría en una serie de talleres artísticos y culturales, con técnicas de pintura, teatro y fotografía, para los padres o tutores y alumnos del Jardín de Niños Xochipilli, ubicado en la colonia Cuauhtémoc Xalostoc, en Ecatepec de Morelos. El producto final de los talleres sería la realización colectiva de un mural en una de las paredes de la escuela, el cual sería inaugurado en un evento final en el que se haría también una exposición fotográfica y pictórica de otros productos derivados de las sesiones.
El PACMyC nos concedió los recursos económicos que solicitamos para llevar esto a cabo. Cabe decir, por si alguien está interesado en participar en alguna de las convocatorias anuales de este programa, que estos recursos no incluyen honorarios ni ningún tipo de retribución para quienes lo ejercen. Son recursos únicamente para la compra de materiales o lo que haga falta para el proyecto. También cabe mencionar que los tiempos de esta clase de programas gubernamentales suelen ser mucho más largos y lentos de lo que uno quisiera, por lo que los cronogramas que uno plantea inicialmente se tienen que ir reajustando en función del momento en el que los recursos son liberados.
En nuestro caso, el proyecto pudo comenzar hasta cuatro meses después de lo esperado, lo cual acarreo varios ajustes. Esto implicó, por ejemplo, que una de nosotras, Silvana, tuviera que llevar a cabo prácticamente por sí misma toda la primera etapa del proyecto, que consistió en los talleres de sensibilización y reflexión en torno al entorno inmediato en el que se habita.
De estas sesiones se derivaron los productos a partir de los cuales fuimos concretando lo que sería, de hecho, el producto final del proyecto: un mural colectivo en la pared frontal de la escuela. Para esta segunda etapa del proyecto, contamos con la ayuda de un artista local de Ecatepec, José Fabián Estrada alias «Perro». Acudimos con él por nuestro origen ecatepense compartido, pero especialmente el interés común en pensar Ecatepec desde la trinchera gráfica. Su libro Ecatepec de 2017 es muestra paradigmática de esto, a lo que se suma una trayectoria cada vez más prolífica y reconocida en el mundo de la ilustración.
Algunas de las páginas del libro Ecatepec de Perro, el cual está disponible para descarga gratuita.
«Perro» y el grupo de padres de familia del jardín de niños fueron bosquejando lo que sería el diseño del mural, el cual fue puesto finalmente en pared en noviembre del año pasado, 2018. La jornada de pintura fue intensa, pero alegre y satisfactoria para todos los que participamos en ella.
Días después, el mural fue presentado oficialmente ante toda la comunidad del jardín, al tiempo que se inauguró una pequeña exposición de las fotos que los propios padres y alumnos habían tomado de su entorno, como parte de una de las actividades de la primera etapa del proyecto. En esas fotos se expresaba tanto la denuncia de aquellas cosas negativas que las personas identifican en su espacio (basura, suciedad, contaminación, inseguridad…), como los detalles de aquellos lugares que les significan cariño y tranquilidad (sus patios, mascotas, familia, plantas, casas…). Estos últimos representan el punto de partida para pensar y buscar otros modos de vivir y habitar el espacio.
Así, desde hace ya cerca de un año, los que caminan frente al jardín de niños Xochipilli, en la colonia Cuauhtémoc Xalostoc, en Ecatepec de Morelos, pueden ver a todo color y ocupando dos paredes frontales, una representación, ideada por sus propios habitantes, de ese mismo entorno por el que están caminando. Algo nuevo hay en el espacio… Y aunque permanezcan muchas cosas más que sin duda deberían cambiar en las periferias urbanas, el ensayo de formas nuevas de representación, nuevos modos de mirarnos y mirar nuestros espacios, es muchas veces el primer paso para todo lo demás.