De supermercados y otros lugares (no) comunes de Nacho Vegas

Publicado originalmente en Acordes Modernos.

Mi voz era un imán, y así logré captar, paseando por el Carrefour, a un ejército de un centenar.

«Mi voz era un imán, y así logré captar, paseando por el Carrefour, a un ejército de un centenar.»

Para Denisse G.

(Grecia Monroy.) Aunque muchas veces se piensa en Nacho Vegas como un cantautor volcado solamente a una lírica trágica, autorreferencial, emocional e introspectiva, la verdad es que muchas de sus canciones incluyen referencias muy claras a geografías externas: lugares concretos, cotidianos, reales, ya sea de España, de Asturias o, más frecuentemente, de Gijón, la ciudad natal de Vegas.

Ejemplo de ello es algo que siempre nos ha hecho mucha gracia a mi amiga Denisse y a mí: la mención a los supermercados. Son tres los que aparecen —Mercadona, Alimerka y Carrefour— en tres canciones diferentes —respectivamente, “Cómo hacer crac”, “Ciudad vampira” y “Nuevos planes, idénticas estrategias”—. Mención especial merecería esa especie de “supermercado” sui generis que es el mercado de Sonora, en la Ciudad de México, al que Vegas le dedicó una canción del mismo nombre en la Zona sucia (2011).

En mi primera vez en España —soy mexicana—, de esos supermercados sólo pude conocer, con la guía y compañía de Denisse, un Mercadona. Estando ahí dentro, tratamos de recrear algo del “sentido de lugar” que los supermercados tienen como espacios para el absurdo despliegue espiritual del ser humano occidental moderno. Ahora, en mi segunda vez en España, puedo presumir, con un también absurdo orgullo de acto poético, que ya estuve en los tres supermercados. Más aún, hace unos días pude estar, finalmente, en Gijón, reconociendo varios de los lugares que son referidos en una de mis canciones favoritas de Vegas: “La vida manca”, del álbum Resituación (2014).

Algunos de estos lugares los busqué intencionadamente; otros más se me fueron apareciendo en los paseos que di. Aunque en esta ocasión Denisse no me acompañaba, mis ojos llevaban el lente de tantas conversaciones con ella y tantas escuchas de las canciones que adoramos. Con la guía de ese lente metafórico fui tomando algunas fotos, cuya calidad espero sea excusada en nombre de su simple intención: ilustrar la curiosidad de los que, como Denisse y yo, se hayan preguntado cuáles y cómo serían esos lugares que se mencionan en “La vida manca”… Comencemos por dos bastante claros:

Pensé: «tendría que hacer algo para apartar de mí este olor»; fui hasta “La vida alegre”.

El bar “La vida alegre”, en Gijón.

El bar “La vida alegre”, en Gijón.

La vida alegre 02

Y aunque allí también huela algo a muerte, podríamos llegar a expropiar, un día, el Club de Regatas.

El Real Club Astur de Regatas, en Gijón.

El Real Club Astur de Regatas, en Gijón.

Club de Regatas 02

Esta referencia es más especulativa que certera, porque no tengo por seguro si la “Zarracina” que menciona Vegas sea éste restaurante…, pero las coincidencias literarias no se pueden obviar jamás.

*Nota añadida posteriormente: recién publicado este texto, me informaron que “Zarracina” puede referirse a un centro de desintoxicación, aunque sólo he encontrado noticia del Centro de Salud de Zarracina, ubicado frente a un parque del mismo nombre. Por cierto que el “cuarto y mitad” que sigue a la mención de “Zarracina” también es objeto de especulación y duda para mí. Entiendo que es una especie de medida de peso, pero me quedo corta para completar la referencia…

Después cruzar las siete esquinas y llegar a Zarracina y coger cuarto y mitad.

Restaurante ”Casa Zarracina”, en Gijón.

Restaurante ”Casa Zarracina”, en Gijón.

Finalmente, la vista que tuve desde el Cerro de Santa Catarina nos sitúa en los últimos versos de la canción…

Me despeñé en tres piruetas por el cerro hacia mi meta que no era otra cosa que la mar. ¿Sabéis cómo es el final? Es como un desparramarse.

Vista de Gijón desde el Cerro de Santa Catarina.

Vista de Gijón desde el Cerro de Santa Catarina.

Cerro Santa Catarina 01

Éste fue mi (breve) recorrido geográfico-poético por Gijón y por esos sitios que, después de ser cantados, ganan una nueva dimensión de realidad y, al revés de lo que ocurre a veces con las palabras, se vuelven lugares no comunes.